LA PAZ, lunes 10 de noviembre de 2008 (ZENIT.org).- El cardenal Julio Terrazas Sandoval, obispo de Santa Cruz de la Sierra y presidente de la Conferencia Episcopal Boliviana asegura que la preocupación de los obispos de su país está en ayudar al pueblo a «redescubrirse como una comunidad fraterna y social entre oriente y occidente».
Así lo dio a conocer en entrevista con Mario Ponzi, publicada en la edición italiana del diario vaticano «L’Osservatore Romano» el pasado domingo.
El cardenal afirma que dicha preocupación se da por dos razones: La primera porque Bolivia es un país cuya población está conformada en un 52 por ciento por aborígenes provenientes de 35 culturas diversas.
La segunda, por la fractura económica entre oriente y occidente, que causa fuertes desigualdades entre los diversos grupos.
Terrazas reconoce que su país convive con el «temor que sutilmente acompaña la novedad, con la incertidumbre acerca de lo que puede suceder».
En estos casos, «se hacen muchos discursos que alimentan la violencia o actitudes que dejan intuir la exclusión de algunos», mientras que la situación reclama «un sereno confronte para el bien del país».
En estas circunstancias, el cardenal considera que la misión de los pastores de la Iglesia consiste en iluminar las conciencias: «guiarlos en esta dimensión religiosa y espiritual de su vida», para que puedan «llegar al bien común en servicio del país».
«Por eso nuestro mayor esfuerzo es hoy el de llegar a una concertación –reconoce–. Pero esto presupone un gran deseo de conversión de parte de todos para que se puedan efectivamente curar las heridas que permanecen abiertas».
Se necesita «una conversión de corazón, de capacidad de escuchar ese fuerte deseo de paz que alberga el corazón de la gente». Y exhorta a que todos los miembros de la Iglesia sean «testimonios de unidad, para poder reunir a la gente en lugar de dividirla».
Por eso considera que tanto la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano celebra en Aparecida (Brasil), como el reciente Sínodo de los obispos sobre la Palabra abren «un gran horizonte» en la comunidad.
«El documento de Aparecida insiste en que no podemos conformarnos con un catolicismo de fachada», recuerda, explicando que aquella Conferían ha buscado «despertar al discípulo, mantenerlo atento a la Palabra del maestro, ponerlo en condición de seguir sus enseñanzas».
En cuanto al Sínodo, el purpurado asegura que tratándose de la Palabra de Dios ésta debe saber enseñarse y ponerse en práctica «porque si hoy encontramos un conocimiento tan pobre de la Biblia entre nuestros fieles, es debido a la poca claridad con la que se anunciaba la Palabra».
Considera también que es necesario «transmitir este mensaje con mayor entusiasmo a todos» y concluye: «es Palabra de vida y puede, por lo tanto, ayudar realmente y hacer que nuestro deseo de paz y de comunión fraterna no sea un sueño sino una realidad».
Por Carmen Villa
