La asistencia a los refugiados no es limosna, sino un deber; afirma el Papa

Recibe a la Comisión Católica Internacional de Migración al cumplir 50 años

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CIUDAD DEL VATICANO, 12 noviembre 2001 (ZENIT.org).- La asistencia a los refugiados es un acto de justicia basado en los derechos de la persona y en la visión de las religiones, afirmó este lunes Juan Pablo II al encontrarse con el Consejo directivo de la Comisión Católica Internacional de Migración.

Esta agencia humanitaria, presente hoy en 21 países, fue creada hace exactamente medio siglo por iniciativa del arzobispo Giovanni Battista Montini –futuro Pablo VI– para afrontar de manera coordinada el problema de los flujos de refugiados que en plena Guerra Fría abandonaban Europa del Este, aplastada por las dictaduras comunistas.

En estos momentos, la agencia, cuya sede central está en Ginebra, cuenta con unos 430 empleados. Su asamblea general con motivo de sus cincuenta años debía haberse celebrado en Nueva York, pero los trágicos acontecimientos del 11 de septiembre cancelaron esta cita, transfiriéndola a Roma.

El presidente de la Comisión es el economista de fama mundial Stefano Zamagni.

«Hoy quiero invitaros a tener una conciencia mayor de vuestra misión –dijo el Papa al encontrarse con el Consejo directivo: ver a Cristo en todo hermano y hermana en necesidad, proclamar y defender la dignidad de todo emigrante, de todo desplazado y de todo refugiado».

«En este sentido –añadió el obispo de Roma–, la asistencia no debe ser considerada como una limosna de la bondad de nuestro corazón, sino como un acto de justicia».

El pontífice consideró que este deber se fundamenta en los «inalienables derechos» de cada persona que «ningún poder humano puede conceder o denegar, pues estos derechos tienen su fuente en Dios».

«Es una visión religiosa profunda que es compartida no sólo por otros cristianos, sino también por muchos seguidores de otras grandes religiones del mundo», constató.

Por este motivo, el pontífice alentó a la Comisión Católica Internacional de Migración a «buscar nuevos modos de cooperación ecuménica e interreligiosa, que es más necesaria que nunca».

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ZENIT Staff

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