CIUDAD DEL VATICANO, 18 noviembre 2001 (ZENIT.org).- Juan Pablo II ha vuelto a sorprender a la opinión pública mundial convocando un encuentro de representantes de las religiones para rezar por la paz, en estos momentos de grave inestabilidad mundial desencadenados por los ataques terroristas del 11 de septiembre.

La cita, según anunció el pontífice en su tradicional encuentro dominical con los peregrinos en la plaza de San Pedro del Vaticano, tendrá lugar en Asís, el próximo 24 de enero, es decir, cuando se cumplan exactamente quince años del anuncio del primer encuentro de la historia de estas características, que se celebraría después el 27 de octubre de 1986, también en la ciudad de san Francisco.

En aquella ocasión, casi todas las facciones involucradas en conflictos depusieron las armas durante veinticuatro horas.

Asimismo, el obispo de Roma propuso a los católicos de todo el mundo observar un día de ayuno y oración para rezar por la paz el 14 de diciembre próximo.

«El escenario internacional sigue turbado por preocupantes tensiones --comenzó constando el Santo Padre al dirigirse a los peregrinos--. No podemos dejar de recordar los duros sufrimientos que han afligido y que siguen afligiendo a nuestros hermanos y hermanas del mundo».

El sucesor de Pedro hizo una breve lista de los dramas que ha presenciado el mundo en las últimas semanas: «miles de víctimas inocentes en los gravísimos atentados del 11 de septiembre; innumerables personas obligadas a abandonar sus casas para afrontar lo desconocido y en ocasiones la muerte cruenta; mujeres, ancianos y niños expuestos al riesgo de morir de frío y hambre».

Un «grito a Dios»
«En una situación que la siempre presente amenaza del terrorismo ha hecho dramática, sentimos la exigencia de elevar nuestro grito a Dios --continuó explicando en una mañana lluviosa hablando a los peregrinos desde la ventana de su biblioteca--. Cuanto más insuperables parecen las dificultades y oscuras las perspectivas, más insistente debe hacerse nuestra oración para implorar de Dios el don de la comprensión recíproca, de la concordia, y de la paz».

Tras recordar que el ayuno forma parte de la tradición judía, cristiana y musulmana para dar más intensidad a la oración, y que precisamente por este motivo más de mil millones de musulmanes están llamados a vivir desde este pasado fin de semana el Ramadán, el pontífice hizo su propuesta para el próximo 14 de diciembre.

Un día de ayuno
Presentó esa fecha como un «día de ayuno en el que [los católicos] recen con fervor para que Dios conceda al mundo una paz estable, fundada en la justicia, y nos permita encontrar adecuadas soluciones a los muchos conflictos que angustian al mundo».

Asimismo, propuso, «aquello de lo que nos privaremos con el ayuno puede ser puesto a disposición de los pobres, en especial de quien sufre en este momento las consecuencias del terrorismo y la guerra».

Líderes religiosos por la paz
A continuación invitó «a los representantes de las religiones del mundo a venir a Asís el 24 de enero de 2002 a rezar por la superación de las contraposiciones y por la promoción de la auténtica paz».

«Queremos encontrarnos juntos en particular, cristianos y musulmanes --especificó--, para proclamar ante el mundo que la religión no deben ser nunca motivo de conflicto, de odio y de violencia. Quien acoge verdaderamente en su interior la palabra de Dios, bueno y misericordioso, debe excluir del corazón toda forma de odio y enemistad».

El Papa Wojtyla justificó su iniciativa afirmando que «en este momento histórico, la humanidad necesita ver gestos de paz y escuchar palabras de esperanza».

«Es urgente que una invocación común se eleve con insistencia desde la tierra hasta el Cielo para implorar del Omnipotente, en cuyas manos está el destino del mundo, el gran don de la paz, presupuesto necesario para todo compromiso serio al servicio del auténtico progreso de la humanidad», dijo al concluir poniendo en manos de la Virgen María el éxito de esta iniciativa.