MADRID, 20 noviembre 2001 (ZENIT.org).- Los Reyes de España, acompañados por el ministro de Justicia, Ángel Acebes, visitaron este martes la Conferencia Episcopal Española para agradecer de manera oficial el servicio que rinde la Iglesia católica a toda la sociedad española.
La visita de los monarcas tiene lugar en plena asamblea plenaria del episcopado y al celebrarse el 25 aniversario de la renuncia por parte del Rey del privilegio de presentación de obispos y, por parte de la Iglesia, del privilegio de fuero.
En su discurso, Don Juan Carlos lamentó que, desgraciadamente, el marco de libertad y de convivencia encarnado por la Constitución española se está viendo atacado por el terrorismo fanático de unos pocos.
«El terrorismo –opinó el Rey– sólo puede merecer el combate desde la ley y la condena unánime y sin matices de una sociedad que desea vivir bajo el imperio de unos principios éticos, que ponen en lugar preferente el respeto a la vida y a la dignidad de las personas».
Don Juan Carlos agradeció a la Iglesia católica y sus instituciones el servicio que prestan en estos momentos a los españoles en campos muy diversos, particularmente en labores educativas y asistenciales, cuyas necesidades se han visto fuertemente acentuadas por el crecimiento de los sectores de marginación y el gran número de emigrantes venidos de otras partes.
Tambien agradeció a la Iglesia su dedicación generosa y perseverante a custodiar activamente el rico patrimonio de fe cristiana y de cultura que ha impregnado notablemente nuestra historia.
«Vuestra dedicación –aseguró Don Juan Carlos– puede caracterizarse por el esfuerzo en conciliar por una parte la fidelidad a esa rica herencia y por otra el ofrecimiento a nuestra sociedad de los valores que cualificadamente representáis, y que invitáis a todos a compartir y vivir, en el respeto a las legítimas opciones que cada conciudadano toma o puede tomar libremente».
En sus palabras de saludo, el cadenal Antonio María Rouco Varela, presidente de la Conferencia Episcopal, coincidió con el Rey en este último punto.
«Los grandes principios cristianos –consideró el arzobispo de Madrid–, que han conformado la cultura y la sociedad española en su identidad misma, son valiosa herencia, que es responsabilidad nuestra conservar y promover».
«Hoy, Majestad –concluyó el arzobispo de Madrid–, os volvemos a ofrecer este nuestro servicio. Éste será el mejor legado que dejemos a las generaciones futuras. Desde la alta misión y las funciones que os reconoce la Constitución Española estamos seguros de vuestra comprensión y apoyo para lograrlo».