CIUDAD DEL VATICANO, viernes, 15 febrero 2008 (ZENIT.org).- Como es costumbre, este Viernes Santo los católicos están llamados a ofrecer un gesto de caridad, contribuyendo con las necesidades de la Iglesia en Tierra Santa. El cardenal Leonardo Sandri, prefecto de la Congregación par las Iglesias Orientales, ha enviado una carta a la jerarquía católica para solicitar la ayuda de los fieles. Esta es la misiva:
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Excelencia Reverendísima:
En la visita a este Dicasterio por el 90º aniversario de su fundación, el Papa Benedicto XVI hizo una llamada paternal a la paz en Tierra Santa y en el Medio Oriente. Era el 9 de junio de 2007, y en esa circunstancia el Santo Padre me nombraba Prefecto de la Congregación para las Iglesias Orientales.
En el mismo mes habrían seguido otros dos pronunciamientos pontificios, llenos de inquietud por la incierta situación de dicha área geográfica, y de benevolencia hacia todos sus habitantes.
Deseo unir a esta carta aquellas luminosas palabras, mientras por primera vez me dirijo a los hermanos Obispos de todo el mundo y a sus respectivas Iglesias para pedir, precisamente en nombre del Santo Padre, que continúen sosteniendo espiritual y materialmente a la Comunidad católica en Tierra Santa. Son aquellas palabras el más convincente y autorizado llamamiento a la solidaridad.
Comenzando mi servicio a las Iglesias Orientales he advertido esta especial responsabilidad y, junto con los Colaboradores del Dicasterio y a un grupo de Embajadores y Amigos, he querido encender delante del Icono de la Santa Madre de Dios, una simple lámpara, como invitación a la constante y tenaz oración por la paz.
Es la ausencia de una paz estable la que agudiza antiguos problemas en los Santos Lugares y crea otros nuevos, además de agravar la pobreza. Los cristianos que viven allí merecen, por tanto, la atención prioritaria de la Iglesia católica y de las otras Iglesias y Comunidades eclesiales, las cuales tienen siempre necesidad del «carisma vivo de los orígenes» y de la singular vocación ecuménica e interreligiosa de las que aquéllos son portadores.
La Colecta del Viernes Santo asume un especial relieve. Ha sido colocada por los Sumos Pontífices en un día tan significativo para dar testimonio de la común pertenencia a la Tierra que en el fluir de la historia permanece como la «silenciosa testigo de la vida terrena del Salvador», según la feliz expresión del Papa Benedicto XVI.
Se espera que dicha Colecta reciba una constante acogida por parte de todas las Iglesias locales, para que pueda crecer el movimiento de caridad que, por mandato del Papa, nuestra Congregación coordina con el fin de garantizar a la Tierra Santa, de manera ordenada y proporcionada, la ayuda que requieren la ordinaria vida eclesial y otras particulares necesidades.
De este modo, la comunidad latina, congregada en torno al Patriarcado de Jerusalén y a la Custodia Franciscana, pero también las otras Iglesias orientales católicas, según prudentes y probadas normas pontificias, podrán beneficiarse de la caridad de todos los católicos, no con carácter ocasional sino con la suficiente seguridad y continuidad que permita mirar al futuro con esperanza. Por medio de la comunidad católica, además, la caridad se extenderá sin distinción religiosa, cultural o política, sobre todo a favor de las generaciones jóvenes, que -por citar sólo el más apreciado entre los servicios que les son ofrecidos- podrán seguir beneficiándose de la cualificada y difundida obra educativa católica.
Entre las urgencias que han de afrontarse está siempre el fenómeno imparable de la emigración, por la que las comunidades cristianas se exponen al peligro de perder sus mejores recursos humanos. No podemos dejar de promover nada que pueda servir para garantizar que, junto a los monumentales testimonios históricos del cristianismo, sean siempre las comunidades vivas las que celebren el misterio de Cristo, nuestra paz.
Deseo elogiar a las Iglesias particulares por lo mucho que hacen de modo directo para el bien de la Tierra Santa, especialmente gracias a las peregrinaciones y a las iniciativas promovidas por crecientes formas de voluntariado, y al empeño, siempre laudable, de las parroquias y de las familias religiosas, así como también de las instituciones históricas, fundaciones y asociaciones.
Pero animo cordialmente de modo singular a todos los Obispos, hermanos en el episcopado, a privilegiar, por su finalidad y características específicas, la «Colecta Pro Terra Sancta».
Y, con gusto, uno a esta carta un documento informativo, preparado por esta Congregación y la Custodia Franciscana, sobre las obras realizadas en el año 2007, quedando a disposición especialmente de los Obispos, y de los sacerdotes a quienes aquéllos hayan encomendado este encargo, para cualquier ayuda que pueda servir en el cumplimiento del deber de fraterna caridad que a todos une con la Tierra del Señor Jesús.
Concluyo haciendo presente, desde ahora, la profunda gratitud del Santo Padre por el apoyo a una causa de importancia tan vital para la Iglesia y para la humanidad. Es un agradecimiento que también comparten nuestra Congregación y todas las comunidades latinas y orientales de Tierra Santa.
Con los sentimientos de la más cordial y fraterna consideración.
Suyo devmo.
Leonardo Card. Sandri
Prefecto
Antonio Maria Vegliò
Arzobispo Secretario
[Traducción distribuida por la Santa Sede]