Los costes escondidos del juego de azar

Los problemas sociales y económicos se cobran un alto peaje

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ROMA, domingo, 9 diciembre 2007 (ZENIT.org).- La pasada década fue testigo de un enorme aumento en las oportunidades de juego de azar en muchos países. Los gobiernos, sedientos de ingresos fáciles, han ignorado las protestas de quienes están preocupados por el impacto social.

Están apareciendo los primeros signos, si bien sólo en ciernes, de una inversión en la política de liberalización del juego. La provincia canadiense de New Brunswick anunciaba una reducción en el número de terminales de vídeo loterías, informaba el periódico Globe and Mail el 9 de noviembre.

El primer ministro de la provincia, Shawn Gram, indicó que esto forma parte de un plan de reducción de los costes sociales de las terminales. Los cambios anunciados por las autoridades incluyen reducir a la mitad el número de establecimientos a los que se permite tener terminales. En total, se cerrarán 650 de las 2.650 terminales. La provincia también anunció que doblará la cantidad de dinero, hasta 1,5 millones, que destina a tratar la adicción y a programas de educación y concienciación pública.

No obstante, el anuncio incluía también el visto bueno para los planes de establecer un casino, diseñador para atraer más turistas con dólares.

Un editorial del Globe and Mail, el 26 de noviembre, comentaba que New Brunswick, junto con otras provincias, «está enganchado al dinero que le reporta el juego».

El editorial comentaba que el departamento de sanidad de la provincia de Nova Scotia también ha llamado la atención sobre los problemas creados por el uso adictivo de las terminales de vídeo loterías. Un informe del 2005 estimaba que el 70% de los ingresos totales de juego de la provincia provienen de las terminales, y que la mitad de todos los ingresos de las terminales provienen de jugadores con problemas. En consecuencia, Nova Scotia redujo el número de terminales de vídeo loterías.

Riesgo de suicidio

Poco antes de la decisión de New Brunswick, se publicaba un estudio que relacionaba los problemas de juego con el aumento de suicidios, informaba el periódico National Post el 29 de octubre. Los jugadores patológicos corren un riesgo de intentar matarse casi cuatro veces superior a la media canadiense, según un estudio publicado por el Canadian Journal of Psychiatry, que se basa en una encuesta nacional de 36.000 ciudadanos.

Un mes antes, la misma revista publicaba un estudio documentando un aumento del 50% en las visitas a emergencias por problemas psiquiátricos relacionados con el juego, desde que se disparó el juego a finales de los noventa.

Según un reportaje publicado el 20 de julio por CanWest News Service, los ingresos de las loterías, terminales de vídeo loterías y casinos del gobierno subió hasta los 13.300 millones de dólares en el 2006 desde los 2.700 millones de 1992. Los datos provienen de un informe reciente de Statistics Canada. De media, los canadienses gastaron, en el 2005, 513 dólares en juego. Los hombres gastan más de tres veces que las mujeres – 1.396 y 434 dólares respectivamente.

Señales contradictorias en Gran Bretaña

En Inglaterra, a principios de año, se cancelaron los planes del gobierno de establecer lo que se denominó un supercasino. Primero, la Cámara de los Lores votó contra la propuesta, informaba el periódico Telegraph el 29 de marzo. Luego, el nuevo gobierno del primer ministro Gordon Brown desechó cualquier idea de super casinos, informaba el 12 de julio el Telegraph.

Pero, gracias a una reformulación de las leyes que regulan el juego, se anunciaban nuevas oportunidades para el mismo. Según un reportaje de la BBC el 1 de septiembre, la Ley de Juego permite la creación de más casinos regionales, y desembolsos más grandes en máquinas tragaperras. Se levantará también la prohibición existente de anunciar oportunidades de juego en televisión y radio.

En un intento de apaciguar a los críticos, el presidente de la Comisión de Juego, Peter Dean, explicaba que la ley tienen como objetivo recopilar la legislación de la industria y asegurar que no se explota a los jóvenes y vulnerables. Por ejemplo, antes del 2009, se suprimirán 6.000 máquinas de apuestas en tiendas donde los niños pueden jugar sin supervisión.

Según un artículo publicado el 29 de septiembre en el periódico Guardian, la suma de dinero perdida por los jugadores británicos superará, en el año 2008, los 10.000 millones de libras (20.560 millones de dólares). Se trata de una subida del 50% en sólo nueve años.

Según un estudio publicado por la firma auditora PricewaterhouseCoopers, los ingresos de juego mundiales se espera que alcancen los 144.000 millones de dólares en el 2011, informaba el 21 de junio Associated Press.

Los ingresos ya están en los 101.600 millones de dólares en el 2006. En Estados Unidos se espera que crezcan un 6,7% al año hasta los 79.600 millones de dólares, desde lo 57.500 actuales. En la región Asia Pacífico, se prevé que crezca un 15,7% al año hasta los 30.300 millones de dólares, desde los 14.600 actuales, convirtiendo la zona en el segundo mercado de casinos más importante del mundo.

Propuesta en Massachusetts

Parte del aumento del juego en Estados Unidos tendrá lugar en Massachussets, si los planes del gobernador Deval Patrick se llevan a cabo. El líder del estado propuso abrir tres casinos, afirmando que el aumento de ingresos aportaría puestos de trabajo muy necesarios, junto con fondos sustanciales para el gobierno, informaba el 18 de septiembre el Boston Globe.

La decisión final sobre la propuesta la tomará la cámara del estado. Aunque existe una fuerte oposición a la misma. El Massachussets Family Institute, una organización anti juego, calificó la propuesta de «postura corta de miras y peligrosa para el crecimiento económico», informó el Boston Globe.

«Decepcionante y motivo de honda preocupación», fue la descripción de la propuesta hecha por la Conferencia Episcopal Católica de Massachussets en una nota de prensa el 17 de septiembre. «El gobierno debería promover el bien común teniendo en la mente el verdadero interés de los ciudadanos», indicaban los obispos. «No es una ‘buena política económica’ aumentar los ingresos de la comunidad a costa del bienestar personal de sus ciudadanos».

También se cuestionaba la validez de los argumentos económicos a favor de aumentar el juego. Los gobiernos estatales suelen argumentar que los ingresos del juego proporcionarán fondos para la educación, la salud y otras necesidades vitales. Un estudio publicado el 7 de octubre por el New York Times revelaba, sin embargo, que la mayoría del dinero que se consigue en las loterías se usa simplemente para sostener los mismos juegos.

Uno de los supuestos beneficiarios de las loterías es el gasto en educación. A pesar de ello, una cantidad mínima del presupuesto de educación viene de las loterías, y la parte del dinero de las loterías que va a programas de educación estatal está disminuyendo.

Costes y beneficios

Un artículo publicado el 11 de junio en el Wall Street Journal cuestionaba también los beneficios económicos del juego. Doce estados tienen actualmente casinos comerciales, cuando en 1987 sólo eran dos. El efecto neto de los casinos queda lejos de estar claro. Los casinos suelen obtener ganancias de otros entretenimientos y, según los economistas citados en el artículo, el efecto en los puestos de trabajo podría ser en realidad negativo, puesto que muchos casinos modernos necesitan menos empleados por cliente que los negocios que tienden a reemplazar.

Además, el juego en los casinos trae consigo unos costes significativos. Uno de ellos es el aumento del crimen. El Wall Street Journal hacía referencia a un estudio publicado el año pasado en la Review of
Economics and Statisctics, que mostraba que cerca del 8% del crimen en los condados con casinos está relacionado con la actividad del juego. Tomando en cuenta todos los costes y beneficios de los casinos, el estudio concluía que introducir un casino da como resultado un coste neto a la comunidad local.

A pesar de esta información, los gobiernos siguen cayendo en la tentación de los dólares provenientes del juego. Un ejemplo reciente es el estado australiano de Nueva Gales del Sur, que anunció recientemente una extensión de Keno, una variante de juegos de loterías.

El gobierno es un adicto sin remedio a las ganancias del juego, acusaba el 20 de septiembre un editorial del periódico Sydney Morning Herald, tras la medida. El juego alcanza al año en el estado los 7.000 millones de dólares australianos (6.190 millones de dólares), con más del 20% que va directamente al gobierno del estado.

«La nuestra es una época de adicciones», incluyendo el juego, comentaba el obispo auxiliar de Sydney, Mons. Anthony Fisher, en la misa de agradecimiento al cuerpo de voluntarios de la Matt Talbot Homeless Services.

E indicaba, en la misa que tuvo lugar el 17 de noviembre en la críptica de la Catedral de Santa María de Sydney: «Sabemos la importancia de nuestro papel en levantar nuestro dormido mundo que está en peligro de perder su alma por la adicción al consumismo, a la violencia, a la ideología y a la autoindulgencia».

Por el padre John Flynn, L. C., traducción de Justo Amado

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ZENIT Staff

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