El cardenal Giacomo Biffi subrayó la «necesidad de una eclesiología anagógica», es decir, trascendente, encaminada a dar idea de la bienaventuranza eterna y de la elevación del alma en la contemplación cristiana.
«Una de las metas irrenunciables del compromiso pastoral es el de hacer redescubrir al Pueblo de Dios –a los pequeños, como debemos ser todos-– la dicha y el orgullo de la pertenencia eclesial», subrayó el cardenal Biffi, según refiere «Radio Vaticano».
Ésta es una de las necesidades apremiantes de este momento, como también lo en los comienzos de la cristiandad, constató.
La Iglesia, esposa y cuerpo de Cristo, cuyos miembros – el Pueblo de Dios – caminan en la historia humana, «brilla con innumerables testimonios heroicos, con sus enseñanzas lúcidas y valientes, con sus impresionantes ejemplos de caridad y con sus excepcionales manifestaciones de belleza».
Asimismo, en el diseño de la Sabiduría divina y en su plan salvífico, conoce el misterio de la realidad histórica de las culpas humanas.
La Iglesia «hace memoria de la Redención», de «Cristo, principio y centro del diseño del Padre, que lleva en su carne de Crucificado y de Resucitado las huellas de una lucha dura» del mal contra el bien.
Gracias a él, concluyó, el bien «vence definitiva y eternamente».
Benedicto XVI está dedicando esta semana a la oración, motivo por el cual no tiene audiencias. Los ejercicios espirituales concluirán en la mañana del próximo sábado.