LISBOA, martes, 4 julio 2006 (ZENIT.org).- Monseñor Joseph Coutts, obispo de Faisalabad, ha hecho un relato apasionado sobre la lucha que ha emprendido para que se le haga justicia a la familia de un joven que supuestamente fue golpeado hasta morir por no convertirse al Islam.
En 2004, Javed Anjum, de 19 años, estaba visitando a su familia materna en Pakistán oriental. Allí, unos individuos lo llevaron engañado a una madraza (escuela islámica de estudios superiores), donde lo instaron a renunciar a su fe cristiana. Ante su negativa, le propinaron una tremenda paliza.
Al herido lo llevaron a una comisaría de Toba, la localidad donde ocurrieron los hechos, a unos 80 kilómetros de Faisalabad. Antes de perder la conciencia y morir, Anjum reveló ante una cámara de vídeo la identidad de sus agresores.
En su relato del incidente, presentado la semana pasada en una conferencia en Lisboa organizada por Ayuda a la Iglesia Necesitada (AIN), el obispo Coutts explica que dos años después del ataque, el caso está a punto de archivarse pese a existir contundentes pruebas judiciales.
El prelado, que impartió el sacramento de la Confirmación al joven habla de una «lucha por la justicia».
Según los informes, se llegó a interponer una acción judicial que dio lugar a un juicio contra el presunto principal responsable de la muerte, que es también el rector de la madraza de Toba.
Sin embargo, el abogado contratado por la Iglesia que defendía el caso de Anjum se ha visto obligado a huir a la ciudad de Karachi, en el sur de Pakistán, a causa de las amenazas que han recibido tanto él como su mujer y tres hijos pequeños.
Por temor a que el caso quede suspendido por la intimidación y el soborno islamistas a los tribunales, el obispo Coutts le ha pedido su colaboración a un general de brigada del Ejército paquistaní para el que trabajaba el padre de Anjum.
En la conferencia de Lisboa, el prelado declaró: «Debemos seguir presionando para que se haga justicia. Estos grupos islámicos son muy poderosos, y podrían conseguir que el incidente quedara catalogado como mero accidente».
Y añade: «Deben admitir que han obrado mal. Deben admitir que han cometido un asesinato».
Según el obispo, es preciso recordar a los musulmanes que su religión no admite la conversión forzada, pero también explica: «Estos musulmanes creen que cuando conviertes a alguien al Islam, ya tienes reservado un lugar en el cielo».