Según monseñor Nicora: «La ley italiana 209 –aprobada el 28-7-2000 que asigna un margen de 12 billones de liras (6.000 millones de dólares) al Estado italiano en la cancelación de los créditos irrecuperables de los países pobres– es también fruto de la campaña promovida por la Iglesia italiana, que al principio se había comprometido a «comprar» la deuda externa de Zambia y Guinea-Conacry. Pero la ley ha ido más allá de los cálculos y consiente donar a los países pobres los recursos acumulados este año, cuya entidad no se puede calcular todavía».
Rino Serri añadió: «En nuestro país están lentamente volviendo el compromiso y la sensibilidad hacia la cooperación y el desarrollo, así como la ley 209 es una buena ley. Pero no basta, porque pienso que debemos liberarnos de la «condicionalidad» que siempre ata a las ayudas internacionales: yo no querría condicionar las ayudas a nada, sino que en cambio querría que fueran las sociedades de aquellos países necesitados las que participaran en primera línea. Si no participan, no habrá nunca verdadero desarrollo».
Una opinión compartida por monseñor Nicora: «El problema está más allá de la deuda: y en este más allá se sitúa la cooperación al desarrollo».
Los datos macroeconómicos todavía no son lisonjeros. «Italia –recuerda Petrone– concurre con el 1,1% al total de 50.000 millones de dólares que los países ricos destinan en un año a la cooperación. Holanda, por ejemplo, dedica el doble.
Se muestra más drástico Boco: «Hoy el 20% de los habitantes de la Tierra consume el 83% de los recursos del planeta. En la práctica nos estamos habituando a la injusticia. Y no deberíamos porque recursos hay. Baste un ejemplo: En Eritrea, hay un millón y medio de personas que vive en campos de refugiados y no tiene la posibilidad de cultivar la tierra. En los depósitos de dos regiones italianas yacen 800.000 toneladas de arroz que la Unión Europea paga para que no se pongan en el mercado. La mayor parte de este arroz acabará en cenizas. Y sin embargo, 800.000 toneladas de arroz podrían quitar el hambre a 5 millones de personas durante dos años…».
Anular la deuda, como se ve, no basta. «Incluso porque –como ha dicho Arturo Alberti– a menudo la condonación acaba por ser tan sólo una operación de limpieza de los balances». En el Míting de Rimini se ha puesto de manifiesto que además de la ley, hace falta un nuevo impulso a la cooperación.