KABUL, 21 julio 2002 (ZENIT.org).- La red Cáritas acaba de completar el reparto de 300 toneladas de alimentos básicos a 50.000 personas en la región afgana de Hazarajat, situada al oeste de Kabul.
Esta operación, según informa la agencia de ayuda de la Iglesia católica, culmina la segunda de las tres fases en las que está dividido el programa de distribución de alimentos puesto en marcha por Cáritas en esta región y del que se beneficiará una población total de 120.000 personas en las próximas semanas.
Según ha explicado Jersey Seipel, representante de la Cáritas alemana en la zona, «se trata de un suministro alimentario de emergencia para personas en condiciones de extrema vulnerabilidad. La vida es especialmente dura para estas familias, que trabajan de sol a sol en el campo para obtener lo mínimo para subsistir».
«La sequía continúa –añade Seipel– y no se sabe lo que va a pasar con las cosechas. La gente que vive aquí libra una batalla diaria para sobrevivir y a muchos niños se les ve claramente desnutridos».
Cada familia recibe, gracias a este programa de reparto alimentario, un saco de 100 kilos de harina, otro de 50 kilos de lentejas y cinco pastillas de jabón. A las familias con niños pequeños se les proporciona, además, leche en polvo.
Las comunidades de Besuj 1 y Besuj 2, dos de los asentamientos en los que Cáritas está distribuyendo esta ayuda, están situadas a unos 3.000 metros de altitud, lo que explica que de los 35 grados diurnos las temperaturas desciendan, por las noches, hasta los 5 grados, aparte de los fuertes vientos que azotan esa región montañosa e inhóspita, donde la mayoría de sus habitantes tiene que caminar varios kilómetros para obtener un poco de agua.
La dureza de las condiciones de vida son tales que una buena parte de sus habitantes han abandonado sus hogares para instalarse en el vecino Pakistán.
Entre la población que se beneficia de la ayuda alimenticia, Cáritas ha incluido, de forma prioritaria, a viudas, discapacitadas, personas con menos recursos y maestros.