SYDNEY, 21 agosto 2002 (ZENIT.org).- Monseñor George Pell, arzobispo de Sydney, anunció este martes su intención de abandonar temporalmente su cargo, tras haber sido acusado de abuso de un menor de doce años en 1961, cuando era seminarista.
«Las acusaciones contra mí son mentiras y las rechazo en su totalidad», explica el prelado, de 61 años, en un comunicado hecho público por la arquidiócesis (http://www.sydney.catholic.org.au/).
La identidad del hombre que ha presentado las acusaciones contra monseñor Pell no ha sido revelada. La prensa australiana le describe como una persona de algo más de cincuenta años, con más de 40 condenas por agresión, tráfico de droga y fraude fiscal.
Las autoridades eclesiásticas han invitado al interesado a presentar sus acusaciones ante la Policía, pero se ha negado a hacerlo.
Monseñor Philip Wilson, arzobispo of Adelaide y copresidente del Comité Nacional para las Normas Profesionales de la Iglesia católica, ha establecido una investigación independiente para estudiar estas acusaciones, explica en otro comunicado la arquidiócesis.
La investigación será realizada por un antiguo juez de la Suprema Corte de Victoria, Alec Southwell.
«Desde luego, cooperaré con esta investigación independiente de todas las maneras posibles, de manera franca, abierta, y sin reservas», asegura monseñor Pell.
«Por el bien de la Iglesia y para preservar la dignidad del ministerio del arzobispo abandonaré a partir de hoy el cargo de arzobispo de Sydney hasta que se concluya la investigación», añade.
«Doy la bienvenida a la investigación como una oportunidad para limpiar mi nombre, reconociendo que yo no estoy por encima de la ley tanto civil como eclesiástica», explica.
Monseñor David Cremin, obispo auxiliar y vicario general, seguirá el día a día de la arquidiócesis durante el retiro del arzobispo Pell.
Monseñor Pell es arzobispo de Sydney, –que tiene una población de 1.825.012 habitantes de los cuales 589.042 son católicos, con 466 sacerdotes, 1.376 religiosas– desde marzo del año 2001, cuando sustituyó en el cargo, tras su dimisión por edad, al cardenal Edward Bede Clancy.