«Adiós. Os quiero decir que os veré pronto, pero esto está totalmente en las manos de Dios», declaró el Santo Padre tras la beatificación de cuatro polacos en la explanada del parque Blonie, bajo un sol aplanador.

«Te esperamos», respondió a coro una muchedumbre entusiasta.

«Lo encomiendo totalmente a la Divina Misericordia», respondió por su parte el Papa, claramente conmovido por el fervor de sus compatriotas.

«Te esperamos en Wadowice», su ciudad natal cerca de Cracovia, gritaron entonces unos jóvenes. Y la muchedumbre, añadió: «¡Quédate con nosotros! ¡Quédate con nosotros!».

«Me queréis convencer para que deserte de Roma», les dijo el Papa entre bromas, respondiendo indirectamente a los rumores --desmentidos por la Santa Sede-- que aseguraban el anuncio de su dimisión en Polonia para quedarse en su país hasta la muerte.

Cuando los fieles entonaron el canto «La barca», himno del movimiento de jóvenes católicos polacos «Oasis», el Papa se echó la mano a la frente, sin esconder la conmoción.

El himno decía «En la orilla dejo mi barca, pues me voy contigo, Dios mío».

«Este canto --dijo el Papa-- lo escuché cuando dejé Polonia, hace 23 años. Resonaba en mis oídos cuando oí el veredicto del cónclave», al ser elegido sucesor del apóstol Pedro el 16 de octubre de 1978.

«Lo he escuchado durante todos estos años. Siempre me ha recordado mi patria y me ha guiado por los diferentes caminos de la Iglesia», añadió.

En la explanada se agitaron entonces banderas de numerosos países. Había peregrinos de Hungría, Lituania, Eslovaquia, República Checa, Uzbekistán, Ucrania, Kazajstán, Italia, Francia, Alemania y Noruega. Otras pancartas enarbolaban corazones rojos o mensajes en los que se podía leer «Te queremos».