CIUDAD DEL VATICANO, 26 mayo 2003 (ZENIT.org).- Formación profunda y sistemática, intimidad con Cristo y amor a la Iglesia son los puntos fundamentales de aquellos que, especialmente en países de misión, sirvan al Evangelio, constató Juan Pablo II el sábado pasado.
Fue el contenido del mensaje que pronunció el Santo Padre al recibir en el Vaticano a los participantes en la Asamblea plenaria de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, cuyo prefecto es el cardenal Crescenzio Sepe.
La congregación vaticana ha trabajado estos últimos días precisamente en el tema de «La formación en los territorios de misión», con referencia a los sacerdotes, seminaristas, religiosos, catequistas y laicos comprometidos en las actividades pastorales
«La Iglesia, especialmente en los países de misión, necesita personas preparadas para servir el Evangelio de manera gratuita y generosa», reconoció el Santo Padre.
«Éstas –observó– deben estar dispuestas, por lo tanto, «a promover los valores de la justicia y de la paz derribando toda barrera cultural, racial, tribal y étnica, capaces de discernir los “signos de los tiempos” y de descubrir las “semillas del Verbo” sin concesiones a reduccionismos ni a relativismos».
Ante la rápida expansión que están experimentando las comunidades eclesiales de reciente fundación, el Papa insistió en la importancia de la «formación de agentes pastorales cualificados gracias a programas sistemáticos, adecuados a las necesidades del momento presente y atentos a “inculturar” el Evangelio en los distintos ambientes».
Tal formación requiere un proceso «largo y paciente –continuó–, en el cual toda profundización bíblica, teológica, filosófica y pastoral encuentra su punto de apoyo en la relación personal con Cristo “Camino, Verdad y Vida” (Jn 14, 6)».
«En primer lugar se exige de estas personas que sean “expertas” y “enamoradas” de Dios», sintetizó Juan Pablo II. «Junto a la intimidad personal con Cristo, es necesario procurar un constante crecimiento en el amor y en el servicio a la Iglesia», añadió.
Juan Pablo II recordó finalmente: «para la próxima Jornada Mundial Misionera he escrito que una “Iglesia más contemplativa” se transforma en una “Iglesia más santa”, una “Iglesia más misionera”».
«Pido al Señor que así sea para cada Comunidad eclesial, de manera especial en los territorios de misión», concluyó.