Australia: El arzobispo de Sydney denuncia la situación de los refugiados

En el campo de Woomera son mantenidos en situación inhumana

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MELBOURNE, 29 enero 2002 (ZENIT.org).- El arzobispo de Sydney, George Pell, ha afirmado que la política de inmigración aplicada en Australia «tiene un costo moral inaceptable».

El arzobispo comentó así la situación de unos 250 refugiados encerrados en el centro de Woomera, en el desierto australiano, que se encuentran en huelga de hambre para denunciar al mundo su situación.

El arzobispo ha pedido que las mujeres y los niños sean acogidos en instalaciones dignas y que se permita a la prensa visitar las instalaciones.

El Ministerio de Inmigración indicó este martes que 246 refugiados se niegan a alimentarse y que nueve de ellos tienen aún los labios cosidos.
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Los inmigrantes no sólo protestan por sus condiciones de detención sino también por la lentitud administrativa de la que son víctimas. Algunos de ellos han llegado a ingerir detergente, mientras un hombre resultó gravemente herido al lanzarse contra el alambre de espino.

Nueve niños han sido hospitalizados en condiciones críticas y, según un abogado de derechos humanos, admitido en el centro de detención, al menos quince chicos afganos huérfanos habrían suscrito un pacto para efectuar un suicidio colectivo. Por este motivo, están continuamente vigilados.

El llamamiento del arzobispo de Sydney es una respuesta al primer ministro John Howard, quien declaró que el comportamiento de los refugiados de Woomera es «un chantaje moral» y que la política australiana en materia de asilo no cambiará.

Quien llega clandestinamente a Australia es recluido en este tipo de campos, en ocasiones en condiciones inhóspitas. Su petición de asilo corre el riesgo después de quedar sepultada por la burocracia.

Según el gobierno australiano, un ablandamiento de la política de inmigración sería la señal esperada por los contrabandistas indonesios para arrojar a otros desesperados en las costas australianas.

Algunos detenidos están en Woomera desde más de dos años. Muchos han sido reconocidos como refugiados políticos, pero siguen inexplicablemente aislados del mundo.

Este lunes la Cruz Roja Internacional publicó un anuncio en un diario para señalar la propia preocupación por las condiciones de los refugiados.

Hasta ahora muy pocas personas han podido entrar en el campo y han descrito la situación como «inhumana». Ninguno era periodista.

La Comisión Consultiva sobre la Detención de Inmigrantes (IDAG), órgano consultivo del Gobierno australiano, creada por el ministro de Inmigración, Philip Ruddock, ha pedido el cierre del centro de retención de Woomera, advirtiendo de los riesgos de una «tragedia humana de proporciones no previsibles» si los detenidos en este centro no son desplazados a otro lugar.

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ZENIT Staff

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