Benedicto XVI aboga por los cristianos obligados a dejar su tierra

En la Jornada Mundial de los Emigrantes y Refugiados

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CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 16 de enero de 2011 (ZENIT.org).- Benedicto XVI denunció el fenómeno de los numerosos cristianos que se ven obligados a abandonar la tierra de sus padres al celebrar este domingo la Jornada Mundial del Emigrante y del Refugiado.

Ahora bien, el Santo Padre reconoció que este flujo migratorio puede tener un efecto positivo: dar un impulso a la Iglesia en aquellos rincones en los que se ve beneficiada del dinamismo misionero de los inmigrantes. 

Al celebrar la Jornada Mundial del Emigrante y del Refugiado, motivo por el cual el papa había dirigido un mensaje con el lema «Una sola familia humana», pidió «reflexionar sobre la experiencia de tantos hombres y mujeres, y de tantas familias, que dejan su propio país en busca de mejores condiciones de vida».  

«Esta migración a veces es voluntaria, otras veces, por desgracia, es forzada por guerras o persecuciones, y con frecuencia tiene lugar, como sabemos, en condiciones dramáticas», reconoció hablando desde la ventana de su estudio.

Al dirigirse a los miles de peregrinos congregados en la plaza de San Pedro del Vaticano en un mediodía que parecía ya de primavera, recordó que hace sesenta años fue creado el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, que hoy atiende a 36 millones de refugiados y otras personas.

El pontífice recordó que «también los padres de Jesús tuvieron que huir  de la propia tierra y refugiarse en Egipto para salvar la vida de su niño: el Mesías, el Hijo de Dios fue un refugiado». 

De hecho, siguió constatando, «la Iglesia, desde siempre, viven en su interior la experiencia de la migración». 

«En ocasiones –lamentó–, por desgracia, los cristianos se ven obligados a dejar en medio del sufrimiento su tierra, empobreciendo así a los países en los que han vivido sus antepasados». 

«Por otro lado, los traslados voluntarios de los cristianos  por diferentes motivos de una ciudad a otra, de un país al otro, de un continente al otro, son una ocasión para incrementar el dinamismo misionero de la Palabra de Dios y permiten que el testimonio de la fe circule aún más en el Cuerpo místico de Cristo, atravesando los pueblos y las culturas, y alcanzando nuevas fronteras, nuevos ambientes», siguió aclarando.

El pontífice pidió oraciones y compromiso a favor «de todos los emigrantes y de quienes se comprometen en el trabajo pastoral entre ellos».

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ZENIT Staff

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