Cardenal Grocholewski: El subjetivismo y el relativismo, males de la educación

Alerta al presentar el último documento del dicasterio para la Educación Católica

Print Friendly, PDF & Email
Share this Entry

CIUDAD DEL VATICANO, martes, 20 noviembre 2007 (ZENIT.org).- «Los males que afligen nuestras sociedades» también los está sufriendo la educación, esto es, «el difundido subjetivismo, el relativismo moral y el nihilismo», denuncia el cardenal Zenon Grocholewski.

 

El prefecto de la Congregación vaticana para la Educación Católica hizo hincapié en esta situación al presentar este martes, en la Sala de Prensa de la Santa Sede, el documento: «Educar juntos en la escuela católica – Misión compartida de personas consagradas y fieles laicos».

El purpurado aprovechó la ocasión para puntualizar la misión eclesial en el inmenso campo de la educación y de la escuela. En el mundo se calcula en mil millones la cifra de chavales en edad escolar; los docentes son unos 58 millones.

Pero la «desmotivación» y la «frustración en su tarea educativa» se difunde entre los profesores, sobre todo en Occidente. Y señales preocupantes son también –advirtió el cardenal Grocholewski– «el aumento de la violencia en la escuela y entre los adolescentes, así como las dificultades de la familias que, es necesario recordar, son las primeras responsables de la educación de los hijos, para ser parte activa de la comunidad educativa escolar».

Además «se asiste a una pérdida del sentido de la educación estrictamente ligada al extravío de los valores, sobre todo de los que sustentan las opciones de vida: la familia, el trabajo, las elecciones morales», prosiguió.

De forma que «la educación sufre también los males que afligen a nuestras sociedades: el difundido subjetivismo, el relativismo moral y el nihilismo», denunció.

Éste es el contexto en el que desarrollan su labor, cada día, las instituciones escolares de la Iglesia en el mundo: 250 mil, con unos 42 millones de alumnos y 3,5 millones de profesores.

Y esta tarea, visto el panorama trazado, se lleva a cabo con el convencimiento de que «la educación –precisó el cardenal Grocholewski– debe poder contribuir a hacer a los jóvenes capaces de abrirse progresivamente a la realidad y de formarse una sana y robusta concepción de la vida en la que los valores espirituales, religiosos y humanos no sean extraños».

El purpurado aplaudió el informe de la UNESCO –de Jacques Delors— en su visión educativa de la educación pluridimensional sobre cuatro pilares: «aprender a conocer», «aprender a hacer», «aprender a vivir juntos» y «aprender a ser».

«De hecho, la educación integral de la persona es del máximo interés de la Iglesia –confirmó–. Lamentablemente, una educación así, especialmente fuera de las escuelas confesionales, tiene dificultad en afirmarse».

 

Frente a los retos del subjetivismo, relativismo y nihilismo apuntados, «la tradición pedagógica católica subraya con fuerza la centralidad de la persona humana en el itinerario educativo».

Y es que «un planteamiento pedagógico correcto se enfoca en la formación integral del hombre, haciendo que se aproxime de manera sistemática y crítica a la cultura y a la realidad», recalcó.

Contribuye a esta labor el dicasterio, entre otros campos en el de las escuelas católicas del mundo, con sus orientaciones, como las del presente documento sobre la «misión educativa compartida» por parte de consagrados y laicos.

El cardenal Zenon Grocholewski hizo una advertencia: «La disminución de los miembros de los Institutos de vida consagrada crea a veces en ellos la insidiosa tentación de renunciar a la escuela católica al no poderla administrar solos».

«En cambio esto es no sólo inoportuno, sino también perjudicial en la perspectiva de la misión de la Iglesia», subrayó, pues «la correcta educación de los niños y de los jóvenes» es de «extrema importancia para el bien de la Iglesia y de la humanidad, para formar un mundo mejor».

Y aquí es clave la colaboración de consagrados y laicos, que fomenta el nuevo documento.

«El carisma de los religiosos», «su consagración a Dios» y «su particular testimonio les predisponen a ser educadores en valores», y «no hay que renunciar a tal actividad» porque «no puede haber educación sin testimonio», dijo el purpurado polaco.

Por su parte, los laicos –que «también están llamados al apostolado»–, al vivir en la cotidianeidad de la familia y de las cuestiones seculares, «están en situación de dar una perspectiva constructiva en la educación», añadió.

Por Marta Lago

Print Friendly, PDF & Email
Share this Entry

ZENIT Staff

Apoye a ZENIT

Si este artículo le ha gustado puede apoyar a ZENIT con una donación