Centro de misioneros javerianos en Burundi recibe el «Nobel Alternativo»

«La fraternidad ha vencido una vez más», dice su responsable

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BUJUMBURA, 11 diciembre 2002 (ZENIT.org).- Su labor de paz entre los grupos étnicos ha merecido que el «Centre Jeunes Kamenge» de los Padres Javerianos en Bujumbura (Burundi) reciba el «Premio Nobel Alternativo» que cada año entrega la «Right Livelihood Award Administration».

La motivación del premio, que fue entregado este martes en el Parlamento de Estocolmo, dice: «Al Centre Jeunes Kamenge de Burundi, por el valor ejemplar e indomable al llevar adelante su actividad, demostrando como, a pesar de nueve años de sangrienta guerra civil, los jóvenes de cualquier grupo étnico pueden aprender a vivir y a construir su futuro juntos, en paz y en armonía» (http://www.rightlivelihood.se).

Fundado en 1991 por los misioneros Javerianos, el Centro es un lugar de encuentro pacífico para jóvenes de 16 a 30 años de diferente etnia, clase social, país y religión. Situado en una zona completamente devastada durante la guerra, el propio centro corrió peligro.

Los padres de San Javier, sin embargo, no se desanimaron, y a través de sus actividades culturales y deportivas, y mediante programas de reconstrucción y de trabajos socialmente útiles durante las vacaciones de verano, han trabajado con empeño y activamente para el regreso de la reconciliación y de la paz.

«Dar el premio al Centro Jeunes Kamenge significa hacer oficial un trabajo del Centro a favor de la paz, del diálogo, de la reconciliación, que no es acogido por todos», explicó su responsable, el padre Claudio Marano, en los micrófonos de Radio Vaticana .

«Casi todos los días –constata– viene a visitarnos gente del extranjero, pero otorgándonos un premio nos reconocen a nivel oficial y a nivel internacional como trabajadores de paz válidos».

El mayor obstáculo durante todos estos años de misión en Burundi ha sido aceptar la diversidad, tanto para los extranjeros como para los propios habitantes del país.

«Es algo terrible –continúa el misionero–, porque a nivel cultural, en la vida de cada día, todo es una división, y cada vez que encuentras a una persona corres el riesgo de decir: “Este es tutsi o hutu, aquel es católico o musulmán”…».

De esta forma, en el Centre Jeunes Kamenge, así se sintetiza el punto esencial de su existencia y filosofía: «aceptar a los otros y que las diferencias no se conviertan en un lugar de conflicto, sino en un entorno de diálogo y de fraternidad», explica el padre Marano.

«Vivir junto a los hermanos, no de palabra, sino con los hechos, en sus dificultades de cada día, en tiempos de guerra» es la experiencia más bella que recuerda el padre Claudio Marano durante su vida de misión en el Centre Jeunes Kamenge.

«A pesar de nueve años de guerra, nunca nos han tocado, siempre hemos sido respetados», constata. Ante esta gran aceptación, por su parte, los javerianos «hemos puesto nuestras capacidades de diálogo y todas nuestras capacidades de reconciliación, pero vivir junto a ellos pese a la guerra –cuando todos los demás huyeron más de una vez, fueron a salvarse a Europa, llamaron a los militares para que les defendieran, y nosotros esto no lo hemos hecho nunca—pienso que es lo más bello».

Para el misionero javeriano, en primera línea en un país como Burundi –atormentado por la guerra civil–, el galardón representa «que la fraternidad ha vencido una vez más», cosa que en su opinión tiene un gran significado tanto en el plano espiritual como en el plano cultural e internacional.

«Nosotros, que somos gente de paz, que vamos a vivir con los hermanos que se encuentran en dificultad y que vivimos codo a codo diariamente con ellos, hemos descubierto nuevamente que juntos podemos llevar la paz al mundo y podemos hacer el mundo más bello», concluye el padre Claudio Marano.

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ZENIT Staff

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