El hombre de hoy espera una cosa del sacerdote: encontrarse con Cristo

Conclusión de la teleconferencia promovida por la Congregación para el Clero

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CIUDAD DEL VATICANO, martes, 14 diciembre 2004 (ZENIT.org).- El hombre de hoy busca una cosa del sacerdote: encontrar a Cristo, contemplando en él el rostro de Dios, afirmó el cardenal Dario Castrillón Hoyos, prefecto de la Congregación para el Clero, durante una videoconferencia organizada por el dicasterio por él dirigido.

El tema de este encuentro telemático mundial fue «Sacerdotes, forjadores de santos en el tercer milenio», el mismo del Congreso Internacional de Sacerdotes que reunió en Malta, del 18 al 23 de noviembre, a cerca de mil sacerdotes.

Al introducir la 32ª videoconferencia teológica internacional, el purpurado afirmó que el sacerdote «amado por Dios y santo por vocación», como dice san Pablo (Romanos 1,7), «ha sido capacitado para hablar con el yo de Cristo: en su gesto de bendición y sus manos alzadas en el Sacrificio eucarístico, fluyen la vida y la acción salvífica de Cristo mismo, por el bien de la humanidad».

«Con su vida, el sacerdote –según el cardenal–, atestigua que la finalidad de la santidad no se encuentra en sí misma, sino que es un itinerario hacia Dios, quien es santo, y hacia los hombres, quienes tienen sed de Dios» y «el hombre contemporáneo tiene como única gran expectativa encontrar a Cristo. Los hombres piden poder contemplar en él el rostro misericordioso de Dios».

Entre los relatores de la videoconferencia, monseñor Juan Esquerda Bifet, monseñor Antonio Miralles y el profesor Paolo Scarafoni, LC, subrayaron que el ministerio sacerdotal, llamado a estar constantemente en contacto con la santidad trascendente de Dios, se vuelve, en Cristo, portador de esta santidad «en el mundo», en la historia, en las moradas y los corazones de las personas.

Monseñor Esquerda Bifet, profesor en la Universidad Pontificia Urbaniana de Rona, presentó la vida de santidad del sacerdote como clave «para que el Evangelio pueda penetrar de manera auténtica en las culturas, y también, de manera especial, en nuestra situación sociocultural e histórica», añadió.

Monseñor Antonio Miralles, profesor en la Pontificia Universidad de la Santa Cruz, afirmó que los pastores de la Iglesia «son creíbles en la medida en que transparentan a Cristo», «Pastor Supremo» de la Iglesia misma.

Según el prelado, es necesario desempeñar el servicio pastoral de tres modos: en primer lugar, «no por obligación, casi deseando quitárselo de encima como un fardo pesado, sino voluntariamente, según el ejemplo de Jesús, obediente al Padre hasta la muerte».

«En segundo lugar –añadió–, no por afán de lucro, sino de buen corazón. Es la contraposición entre el asalariado y el buen pastor. Al asalariado «no le importan nada las ovejas» (Jn 10,13), le interesa la ganancia; en cambio, «el buen pastor da su vida por las ovejas» (Jn 10,11)».

En tercer lugar, no portándose como amos de los fieles que les han sido confiados, sino siendo «modelos para la grey». «Los pastores –explicó–, no son los dueños de la grey, porque la grey es de Dios».

En su intervención, el padre Paolo Scarafoni, rector del Ateneo Pontificio Regina Apostolorum, ilustró los «nuevos medios para la formación del Clero», subrayando la necesidad de encuentros presbiteriales más frecuentes, formas de vida común y el uso de los nuevos medios de comunicación para promover la comunión eclesial, en particular entre obispos y sacerdotes, así como una formación permanente.

«En este largo invierno de una antropología sin Cristo y un humanismo espiritualista, celebrado por una religiosidad esotérica y panteísta –dijo el cardenal Castrillón al concluir la videoconferencia–, la Iglesia no permanece inactiva o indiferente: con la fidelidad de sus sacerdotes desea iluminar las tinieblas de una cultura que prescinde de Dios y ser guía hacia el amanecer de una primavera de santidad entre los hombres».

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ZENIT Staff

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