El Papa beatifica el domingo a una religiosa italiana que entregó su vida por amor

Nemesia Valle, de la Congregación de las Religiosas de la Caridad de Santa Juana Antida Thouret

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CIUDAD DEL VATICANO, jueves, 22 abril 2004 (ZENIT.org).- Entre los seis beatos que Juan Pablo II proclamará el próximo domingo en la plaza de San Pedro, en el Vaticano, se encuentra una religiosa de origen italiano, la hermana (Giulia) Nemesia Valle (1847-1916), que hizo de su vida una entrega a Dios y a los demás por amor.

Lo extraordinario de su vida «consiste en una santidad cotidiana, muy atenta, constante –explica la postuladora de la causa, sor Anna Antida Casolino, en “Radio Vaticana”–. Ella misma, cuando describe la santidad, dice: “No consiste en hacer cosas grandes, sino en hacer bien el deber cada día y consumirse en el lugar donde se está llamado a actuar”».

A ello hay que añadir la capacidad de la futura beata «de no turbarse, de esperar los tiempos de Dios en el respeto de las personas, en el terreno educativo, así como en el campo formativo de las novicias», subraya sor Anna.

Giulia nació el 26 de junio de 1847 en Aosta. A los cuatro años murió su madre y fue confiada al cuidado de sus parientes más cercanos en el mismo lugar y en Donnas. Al cumplir once años, para completar su instrucción, fue enviada a Besançon (Francia), a un pensionado perteneciente a las Hermanas de la Caridad.

Cuando a los 16 años regresó a su tierra natal, Italia, se encontró con que su padre se había casado de nuevo y su familia ya no vivía allí. Se había trasladado a Pont Saint Martin. La situación familiar es tensa y difícil la convivencia. Su hermano se va de casa.

Giulia se queda y en su soledad nace el deseo de buscar aquello que la familia no le puede dar, comprender a los que viven la misma experiencia de dolor, encontrar gestos que expresen amistad, comprensión, bondad para todos

En este periodo, en Pont Saint Martín se habían establecido las Hermanas de la Caridad, en cuyo noviciado ingresa en 1866. Y es que al observar el estilo de vida entregado a Dios y a los demás, Giulia había decidido ser una de las religiosas.

Al finalizar el noviciado, con el hábito religioso recibe un nombre nuevo: hermana Nemesia. Es el nombre de una mártir de los primeros siglos. Está contenta y del nombre hace su programa de vida: «Testimoniar su amor a Jesús hasta las últimas consecuencias, a cualquier precio, para siempre».

Fue enviada a Tortona, al Instituto de san Vicente. Enseñaba en la escuela primaria y en los cursos superiores francés y estaba presente donde había un trabajo humilde para desarrollar, un sufrimiento para aliviar, donde un disgusto impide relaciones serenas o donde la fatiga, el dolor, la pobreza limitan la vida –explica la biografía distribuida por la Santa Sede–.

En Tortona la llaman «nuestro ángel». A los cuarenta años de edad, es nombrada superiora de la comunidad.

En 1903 –después de 36 años– parte a Borgaro, pequeño pueblo cerca de Turín donde un grupo de jóvenes espera su acompañamiento en la entrega total a Dios en el servicio a los pobres: son la novicias de la nueva provincia de las Hermanas de la Caridad.

El método de formación usado por la hermana Nemesia es siempre el mismo: el de la bondad, la comprensión que educa a la renuncia más por amor, la paciencia que sabe esperar y encontrar el camino justo que conviene a cada una, afirma la biografía vaticana.

Sus novicias –educó a cerca de medio millar– la recuerdan: «Nos conocía a cada una, comprendía nuestras necesidades, nos trataba según nuestra manera de ser, nos pedía aquello que conseguía hacernos amar…», afirmaba una en los testimonios entregados para su causa de beatificación.

El 18 diciembre de 1916 la hermana Nemesia murió a los 69 años de edad. La oración que había hecho suya desde el inicio –«Jesús despójame de mí misma, revísteme de Vos»– fue una constante a lo largo de toda su vida.

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ZENIT Staff

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