El Papa preside la misa en el primer aniversario del fallecimiento de Juan Pablo II

Benedicto XVI le presenta como una «roca» en la fe

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CIUDAD DEL VATICANO, lunes, 3 abril 2006 (ZENIT.org).- Al celebrar una misa por Juan Pablo II en el primer aniversario de su fallecimiento, Benedicto XVI le presentó como «una «roca» en la fe».

En una plaza de San Pedro llena de peregrinos, en presencia del cardenal Stanislaw Dziwisz, fiel secretario del Papa Karol Wojtyla y hoy arzobispo de Cracovia, durante su homilía el Papa Joseph Ratzinger dejó espacio a los recuerdos de sus 23 años como cercano colaborador de su predecesor.

«Quien tuvo la posibilidad de verle de cerca, pudo casi tocar con su mano esa fe pura y sólida, que, si bien impresionó al círculo de sus colaboradores, no dejó de difundir durante su largo pontificado su influjo benéfico en toda la Iglesia, con un «crescendo» que alcanzó su cumbre en los últimos meses y días de su vida», explicó el Papa.

«Una fe convencida, fuerte, auténtica, libre de miedos y compromisos –añadió–, que ha contagiado el corazón de mucha gente, gracias también a las numerosas peregrinaciones apostólicas a todas las partes del mundo, y especialmente gracias a ese último «viaje», su agonía y muerte».

La misa, que se celebró en un bello atardecer soleado de primavera, concluyó con un aplauso espontáneo de decenas de miles de peregrinos, muchos de ellos polacos.

«El fallecido pontífice, a quien Dios había dotado de muchos dones humanos y espirituales, pasando a través del crisol de los cansancios apostólicos y de la enfermedad, se presentó cada vez más como una «roca» en la fe», afirmó en la homilía.

Al concluir, Benedicto XVI invitó a los peregrinos a «mirar adelante». «Sentimos cómo resuenan en el espíritu sus repetidas invitaciones a avanzar sin miedo por el camino de la fidelidad del Evangelio para ser testigos de Cristo en el tercer milenio».

«Regresan a nuestra mente sus incesantes exhortaciones a cooperar generosamente en la realización de una humanidad más justa y solidaria, a ser agentes de paz y constructores de esperanza», siguió diciendo.

«Que nuestra mirada se mantenga fija en Cristo», concluyó, «quien guía firmemente a su Iglesia».

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ZENIT Staff

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