«En Tucumán estamos ante una grave crisis moral»

Habla sor Lucía Caram, dominica contemplativa argentina

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MANRESA, 25 agosto 2003 (ZENIT.org).- Sor Lucía Caram es una contemplativa en acción. Dentro de los gruesos muros del Monasterio de Santa Clara, en la catalana ciudad de Manresa, esta joven monja sigue atentamente la situación de su Tucumán natal.

A través de Internet ha iniciado una campaña de denuncia de la corrupción moral que se acecha sobre esta provincia argentina, tristemente famosa por las imágenes de niños que han muerto de hambre.

Sor Lucía habla con Zenit de las posibilidades de superar esta crisis y manifiesta que su «rebeldía» no es más que la consecuencia de la fidelidad a Dios: «Estoy convencida de que el Monasterio, en sintonía cordial con el Dios de la Vida, es un lugar privilegiado para auscultar diariamente el corazón de Dios. Creo firmemente que mientras buscamos contemplar a Dios, contemplamos, necesariamente su paso por la historia».

–Su tierra natal, Tucumán, la provincia más pequeña de Argentina, se sigue muriendo de hambre. ¿A qué se debe esta situación desesperada? ¿Cómo se puede paliar?

–Sor Lucía: En Tucumán los niños se siguen muriendo por desnutrición, por falta de atención médica y por una situación de miseria extrema generada por la corrupción y la impunidad de la clase política de la provincia.

El alto índice de analfabetismo y la desnutrición, genera lo que se llama el «clientelismo político», o sea, la compra del voto por bolsones de alimentos en tiempos previos a las elecciones, porque se da la particularidad que en Argentina el voto es obligatorio. De esta manera, los políticos corruptos se perpetúan en el poder, y mientras la provincia se cae a trozos, miran para otro lado.

El arzobispo de Tucumán ha denunciado con contundencia las responsabilidades del gobierno provincial en la situación de la provincia, fundamentalmente en lo referente a la educación, y lo ha hecho en presencia del nuevo presidente del país, el 9 de julio del presente año.

En idéntica fecha del año pasado denunció, con motivo del aniversario de la declaración de la independencia, que en Tucumán, con una población de más de 1.242.247 habitantes y con un crecimiento anual la población de un 15,3%, hay 900.000 pobres, lo que significa un 64% de la población, de los cuales 459.295 no tienen cubiertas las necesidades básicas. 180.000 tucumanos viven con menos de un peso diario, un equivalente a 30 céntimos de euro (cifra equivalente en dólares).

El arzobispo denunció, además que en la provincia 25.000 niños están trabajando en los campos, mientras sus padres están desocupados. El 87% de los niños, unos 300.000, tienen parásitos intestinales a causa de la mala alimentación y la falta de higiene.

Creo que la única salida es, por una parte poner freno a la impunidad y a la corrupción, para poder garantizar la educación y la alimentación de todos los ciudadanos, y por otra, promover la industria y la explotación de la riqueza de la provincia.

–Pasividad en el poder, corrupción, impunidad… usted describe así el escenario de su Tucumán natal. ¿Cree que la crisis de la zona es moral, más que política o económica?

–Sor Lucía: Creo que en Tucumán estamos ante una grave crisis de moralidad: la inmoralidad ha ganado terreno en la vida política, y ha destrozado la economía impidiendo el desarrollo de la persona y el respeto a su dignidad.

Baste un dato significativo: los legisladores provinciales, mientras los niños se morían de hambre y los trabajadores cobraban sueldos de hambre, perciben mensualmente 3000 dólares más 12.000 dólares de lo que llaman gastos reservados y de los que no han de rendir cuenta.

Sólo uno de los 60 legisladores se negó a cobrar esos gastos reservados por considerarlo injusto e inmoral, renunciando, además a su sueldo en favor de un comedor infantil, y lo hizo por sentido de justicia y por exigencia de su fe, el Dr. Cirnigliaro, que por este gesto fue duramente castigado por el resto de los legisladores que no dejan prosperar ningún proyecto suyo.

–¿Cree que sus llamamientos desde el monasterio para remediar la miseria en Tucumán tendrán efecto?

–Sor Lucía: De hecho ya están teniendo. Ante todo han tenido eco y hemos tenido una respuesta importante que nos ha llevado a hacer una Fundación, «Mare de Déu de Montserrat», que facilita la atención médica de uno de los barrios más pobres de la Provincia de Tucumán, Villa 9 de julio, en el que comen diariamente 500 niños, más un grupo de ancianos, llevándose además viandas a los enfermos a sus domicilios.

La gente ha sido generosa, ha sintonizado con esta situación y está apoyando. Caritas de Navarcles (España) se ha puesto en pie, y además de la ayuda material, ha enviado un contenedor con medicamentos donados por Ratiopharm, sillas de rueda, ropa… ha movilizado mucha gente y lo continúa haciendo.

Los medios de Comunicación de Catalunya se están haciendo eco y secundan cuanto por Tucumán hacemos, y eso, no es todo, pero es mucho, y en Tucumán lo agradecen.

Lo más importante es que, la solidaridad de la gente de aquí ha movilizado a los tucumanos para poner el hombro, y hay una gran cantidad de profesionales jóvenes que se han involucrado y desde allá, están secundando la ayuda y elaborando los proyectos.

–A más de uno le incomodará que una religiosa contemplativa, a miles de kilómetros de Tucumán, denuncie la situación de miseria. ¿Usted cree que su posicionamiento público es parte de la actitud profética que los cristianos deberían tener ante las injusticias?

–Sor Lucía: Estoy convencida que el Monasterio, en sintonía cordial con el Dios de la Vida, es un lugar privilegiado para auscultar diariamente el corazón de Dios. Creo firmemente que mientras buscamos contemplar a Dios, contemplamos, necesariamente su paso por la historia.

Y, cuando uno se acerca a la zarza que arde sin consumirse, no puede menos que oír el reclamo urgente: «He oído los clamores de mi pueblo y no he podido soportarlos, por eso vete y diles….».

Creo que el Monasterio me da una plataforma para hablar y ser escuchada por muchos, que tal vez se sienten acompañados en esta lucha positiva por darle a la esperanza una oportunidad.

Muchos se sorprenden de que una monja hable y otros se molestan: éstos son los que se sienten denunciados. De todos modos, quiero hacer mías unas palabras de Rafael Aguirre que dice: «Creer en el Dios débil del crucificado nos sitúa en la realidad de una forma específica: nos enseña a ver el mundo desde los crucificados y nos impide pasar de largo por su lado. Es decir, nos hace críticos con el darwinismo social, que considera inevitable que la vida privilegiada de unos pocos se asiente sobre la pirámide del sacrificio de los muchos».

–El Papa no cesa de llamar a la conciencia de los políticos para que actúen con honestidad. ¿Cree que estos consejos son rechazados por los dirigentes políticos actuales?

–Sor Lucía: Creo que más que rechazados, son ignorados, porque cuando algo los ha de obligar a renunciar a sus intereses, no les conviene oír: se vuelven autistas no sólo ante la crisis, sino ante quien denuncia sus comportamientos.

En nombre del Jesucristo, estoy convencida, con el Papa y con San Pablo, que hemos de predicar la verdad a tiempo y a destiempo, exhortando, reprochando, anunciando el Reino de Dios y al Dios del Reino.

Para conocer el proyecto en Tucumán, se puede visitar: http://www.dominicos.org/manresa.

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ZENIT Staff

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