Exponente protestante en el diario del Papa: «No hay estancamiento ecuménico»

El presidente de la Conferencia de las Iglesias Europeas, portada en L’Osservatore Romano

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CIUDAD DEL VATICANO, viernes, 23 noviembre 2007 (ZENIT.org).- «La asamblea de Sibiu ha desmentido el estancamiento ecuménico»: así se titula una reflexión del presidente (protestante) de la Conferencia de las Iglesias Europeas publicada en portada en «L’Osservatore Romano» (edición diaria en italiano del 23 de noviembre de 2007).

Sibiu (Rumanía) acogió del 4 al 9 de septiembre la III Asamblea Ecuménica Europea (AEE3): 2.500 delegados católicos, ortodoxos y protestantes de Europa –cifra tres veces superior a las de las anteriores asambleas– se reunieron en torno al lema: «¡La luz de Cristo ilumina a todos!».

Cimientos de la AEE3 fueron las precedentes asambleas de Basilea (1999) y Graz (1997), y la «Carta Ecuménica» de Estrasburgo [firmada en 2001 por la CEC –Conferencia de las Iglesias Europeas, que reúne a las confesiones cristianas excepto a la Iglesia católica– y el CCEE –Consejo de las Conferencias Episcopales católicas de Europa].

Esta carta busca promover la colaboración entre las Iglesias y confesiones cristianas de Europa –evitando hacerse competencia– en el anuncio del único Evangelio, así como dar un alma a la nueva Europa y promover las relaciones con el resto de los creyentes y no creyentes.

De Sibiu «he vuelto muy animado», «no tanto porque haya habido extraordinarios progresos en el plano ecuménico, respecto a asambleas precedentes», sino por que la AEE3 «ha desmentido» «la afirmación de que el ecumenismo esté en una situación de estancamiento porque las voces de las grandes confesiones cristianas –católica, ortodoxa y protestante— se hayan hecho tan paralelas que suprimen toda esperanza de convergencia», admite en el diario del Papa, en portada, el pastor Jean-Arnold de Clermont, presidente de la CEC.

Para empezar, la asamblea de Sibiu –como las anteriores— fue convocada conjuntamente por el CCEE y por la CEC, recuerda el pastor de Clermont, y el «pueblo ecuménico» allí presente «afirmó claramente que vale la pena seguir dialogando».

Ello puede ser «difícil y áspero», pero «los progresos son posibles»; «pienso en particular –continúa— en la segunda recomendación del Mensaje Final [de Sibiu] que invita a «proseguir el debate sobre el reconocimiento recíproco del bautismo, teniendo en cuenta los importantes resultados alcanzados en este tema en varios países»».

Además «los delegados de Sibiu han reafirmado su compromiso por impulsar cuestiones que nos importan a todos, como la protección del ambiente, la justicia social, la acogida de los inmigrantes, la lucha contra la pobreza en Europa y en el mundo, el compromiso por la paz», añade.

Así que, en opinión del presidente de la CEC, es necesario plantearse este interrogante, «como teólogos y pastores»: «cuando constatamos que los miembros de nuestras comunidades, tan diferentes entre sí, están empeñados en un camino común sobre tantos temas, ¿estamos dispuestos a acompañarlos para que, al testimonio común, se sume una espiritualidad ecuménica cada vez más profunda, una lectura común de la Biblia, un diálogo teológico cada vez más

Subraya el pastor de Clermont otro elemento positivo de Sibiu: «la participación de líderes políticos europeos, que por primera vez han acudido a una asamblea ecuménica europea para expresar sus expectativas a las Iglesias respecto al proceso de integración europea».

El comité central de la CEC –reunido del 14 al 17 de noviembre en Viena– ya ha emprendido una primera reflexión sobre los resultados de Sibiu, comenta.

«Las etapas sucesivas serán el análisis de los informes de los nueve «forum» en los que se articuló el trabajo asambleario, y la identificación de una estrategia para poner en práctica las recomendaciones finales».

«Todo ello –subraya– se hará en colaboración con el CCEE», además de que «será en particular tarea de la próxima reunión del comité conjunto de CEC Y CCEE» en Londres, el próximo febrero, donde «se reflexionará también sobre cómo optimizar la colaboración de los dos organismos».

«Al respecto me pregunto si no deberíamos» «empezar a trabajar en una única estructura ecuménica europea», sugiere finalmente el pastor de Clermont, ya que, en su opinión, sería beneficioso «no sólo en términos de eficacia, sino también para hallar una visión de ecumenismo a largo plazo».

Por Marta Lago

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ZENIT Staff

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