Gratitud del episcopado de Latinoamérica a los contemplativos

Por su acompañamiento de oración en la V Conferencia General de Aparecida (Brasil)

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BOGOTÁ, martes, 10 julio 2007 (ZENIT.org).- Publicamos la carta que la presidencia del CELAM (Consejo Episcopal Latinoamericano) envía a los hermanos y hermanas de Vida Monástica y Contemplativa agradeciendo su acompañamiento con la oración en la V Conferencia General de todos los obispos de Latinoamérica y El Caribe (13-31 mayo), que inauguró Benedicto XVI en Aparecida (Brasil).

El organismo episcopal espera que con la fuerza de sus oraciones, y con la confianza puesta en la poderosa acción del Espíritu Santo, toda la Iglesia que peregrina en América Latina y El Caribe se sienta fuertemente conmocionada por el llamamiento a la misión.

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CELAM

Carta de agradecimiento a los Hermanos y Hermanas de Vida Monástica y Contemplativa
por acompañamiento con la Oración en la V Conferencia

Bogotá, 3 de julio de 2007

A los Hermanos y Hermanas de Vida Monástica y Contemplativa

Hace poco más de un año les escribíamos a Ustedes, queridas hermanas y hermanos de todas las comunidades monásticas y contemplativas del Continente, en espíritu de comunión y fraternidad, para invitarles a rezar por la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe.

Como Ustedes saben, el 13 de mayo de 2007, el Santo Padre Benedicto XVI inauguró la V Conferencia General, que celebramos junto al Santuario Nacional de Nuestra Señora Aparecida, en Brasil. Seguramente muchos de Ustedes han podido acompañar el acto de apertura y luego el desarrollo de los trabajos, a través de los diversos medios que trasmitían día a día las noticias acerca de lo que sucedía en Aparecida. La Asamblea concluyó con una solemne Eucaristía el 31 de mayo, también en ese maravilloso e imponente Santuario de la Virgen.

Ahora, por medio de estas líneas, quisiéramos agradecerles a Ustedes por habernos acompañado con la oración. No dudamos que las gracias derramadas en las mentes y en los corazones de los participantes en Aparecida, fueron tan copiosas por la oración de cada uno y de cada una de Ustedes. Hemos podido percibir vivamente la presencia y acción del Espíritu Santo durante la Asamblea. Algunos participantes se animaron a decir que han experimentado el acontecimiento de Aparecida como un verdadero Pentecostés, por el clima de fe que reinaba en la Asamblea y la amistad episcopal que se ha vivido. En los momentos de reflexión y estudio se sintió entre los participantes la comunión, la fraternidad, el diálogo, la escucha mutua y el vivo deseo de estar abiertos a la voluntad de Dios. El ambiente de trabajo se distinguió por una alegría serena y mutua confianza. Este don que Dios ha preparado para nuestras Iglesias, deberá convertirse ahora en apasionada misión en todo el Continente. Ése es el principal desafío que nos ha dejado Aparecida.

Por ello, junto con nuestro sincero agradecimiento por habernos acompañado con su oración hasta aquí, les pedimos que en sus plegarias comunitarias y en sus encuentros personales de intimidad con el Señor, tengan especialmente presente la intención por la Misión, cuya acción deseamos intensamente que se extienda por todo el Continente.

El Santo Padre Benedicto XVI, en su Discurso Inaugural al dar inicio a las deliberaciones de la V Conferencia, dijo que “la sociedad latinoamericana y caribeña tiene necesidad de vuestro testimonio. En un mundo que tantas veces busca, sobre todo, el bienestar, la riqueza y el placer como finalidades de la vida, y exalta la libertad prescindiendo de la verdad del hombre creado por Dios, ustedes son testigos de que existe otra forma de vivir con sentido. Recuerden a sus hermanos y hermanas que el Reino de Dios llegó, que la justicia y la verdad son posibles si nos abrimos a la presencia amorosa de Dios nuestro Padre, de Cristo nuestro hermano y Señor, del Espíritu nuestro Consolador”.

Ayúdennos, queridas hermanas y hermanos, con la fuerza de sus oraciones y con la confianza puesta en la poderosa acción del Espíritu Santo, para que toda la Iglesia que peregrina en América Latina y El Caribe se sienta fuertemente conmocionada por el llamado a la misión. Esperamos, como decíamos en Aparecida, un nuevo Pentecostés que nos libre de la fatiga, la desilusión, la acomodación al ambiente. Anhelamos una venida del Espíritu que renueve nuestra alegría y nuestra esperanza. Detenemos la mirada en María y reconocemos en ella la imagen perfecta de la discípula misionera. Ella nos exhorta a hacer lo que Jesús nos diga, para que en Él nuestros pueblos latinoamericanos y caribeños tengan vida, y la tengan en abundancia.

En el misterio de comunión que se realiza en la Iglesia, reiteramos nuestro agradecimiento por la vida contemplativa y monástica presente hoy en nuestro Continente, y mientras encomendamos la Misión a la oración de todos sus miembros, suplicamos, por intercesión de María Santísima, la bendición de Dios para todas sus comunidades.

En nombre de la Presidencia del CELAM

+Francisco Javier Cardenal Errázuriz Ossa
Arzobispo de Santiago
Presidente del CELAM

+ Andrés Stanovnik OFMCap
Obispo de Reconquista
Secretario General del CELAM

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ZENIT Staff

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