La ancianidad, una etapa valiosa y frágil que reclama protección

Un congreso internacional del Consejo vaticano para la Salud afrontará el tema

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CIUDAD DEL VATICANO, miércoles, 14 noviembre 2007 (ZENIT.org).- Consciente de que el anciano vive una situación de fragilidad física y espiritual, el Pontificio Consejo para la Pastoral de la Salud estudia una pastoral adecuada que responda también a las nuevas circunstancias y retos que se viven al final de la vida.

 

Así se puso de manifiesto este miércoles en la presentación de la XXII Conferencia Internacional sobre «La pastoral en la atención de los enfermos ancianos», que reunirá en el Vaticano –del 15 al 17 de noviembre— a expertos de los ámbitos geriátrico, biomédico, histórico, filosófico, teológico y pastoral.

Junto al presidente del dicasterio organizador, el cardenal Javier Lozano Barragán, se contó el secretario de organismo vaticano, el obispo José Luis Redrado OH, y el profesor Roberto Bernabei, quien advirtió del hecho nuevo del envejecimiento en el mundo –dada la prolongación de la expectativa de vida–: «la cronicidad».

Esta circunstancia plantea desafíos «a 360 grados tanto en la vertiente médica como pastoral», alertó el director del Departamento de Ciencias Gerontológicas, Geriátricas y Físicas de la Universidad Católica del Sagrado Corazón de Roma, y presidente de la Sociedad Italiana de Gerontología y Geriatría.

Ejemplificó con el hecho de un envejecimiento de la población caracterizado por buenas prestaciones hasta los 70 años; pero después de esa edad, especialmente a partir de los 75 años, se viven aún muchos años marcados por muchas patologías, por el consumo de distintos fármacos a la vez, y toda una serie de disfunciones físicas, cognitivas, del tono del humor –frecuentemente afectado por esta cronicidad–, y socioeconómicas.

De esta realidad surgen «nuevas necesidades médicas y pastorales para seguir a estas personas, que además afrontan la muerte del cónyuge recordó el especialista–, la pérdida del papel social, la pérdida de los amigos, que están en una situación de fragilidad tanto física como espiritual».

Esta fragilidad es la que el dicasterio buscan afrontar con el próximo congreso, que el profesor Bernabei no dudó en calificar de «inusual». Y es que normalmente se habla de problemas médicos y sanitarios; pero en este caso –apuntó– «se afrontan inmediatamente con una intervención a todo campo en la que se aborda el aspecto espiritual de estas personas».

Y lanzó una alarma sobre la ancianidad: «Obviamente este enfermo frágil es el que puede estar más afectado, en alguna manera, por tentaciones de diverso tipo», como las de la eutanasia, «y si no se afronta adecuadamente la salud de estas personas evidentemente habrá quien intente «arreglar» en cuatro minutos un problema que evidentemente va más allá».

En la presentación, en el Vaticano, de la Conferencia Internacional, por su parte el profesor Massimo Petrini –director del Centro de Promoción y Desarrollo de la Asistencia Geriátrica, también de la Universidad Católica del Sagrado Corazón— subrayó que hablar de «atención pastoral» aborda «un concepto de salud muy amplio».

En absoluto es verdad que se esté bien si ello se circunscribe al tema físico y mental; el bienestar abarca «estar en paz con uno mismo, con los demás, con el entorno, con Dios; no es sólo un tema clínico, sino también espiritual», puntualizó.

Advirtió de la importancia de profundizar en el valor de la persona anciana, porque la asistencia que recibirá, desde todos los puntos de vista, dependerá del valor que se le reconozca.

Y el profesor Petrini aludió en particular al enfermo anciano discapacitado, y al gran papel que juega la pastoral respecto a él. Y es que una persona en esas condiciones también «puede alcanzar una curación verdadera»: «es cuando la persona logra gestionar su situación sin verse aplastada por los acontecimientos» como «el dolor, el sufrimiento o la propia discapacidad», confirmó.

Por su parte el subsecretario del Pontificio Consejo para la Pastoral de la Salud amplió más aún los horizontes de la Conferencia Internacional dirigiendo la mirada al sacerdote diocesano.

Es clave el afecto y la familia, y en el ámbito religioso el anciano puede recibir esta experiencia, pero el padre Felice Ruffini señaló la necesidad de dar mayor relevancia a este punto en el caso de los sacerdotes diocesanos.

«Es necesario realizar una gran labor de pastoral en las comunidades parroquiales a las que un sacerdote ha dedicado toda su vida» –dijo–, porque existen casas para sacerdotes ancianos enfermos, pero es muy importante suscitar en la comunidad cristiana la atención por los propios sacerdotes.

«Lo que cuenta es que la comunidad sienta, respecto a esa persona que ha gastado su vida por la evangelización –y por lo tanto por la salud verdadera, global– de esa comunidad, la necesidad de hacerle experimentar la cercanía y el amor, porque esto también es la pastoral», recalcó.

Más información de la Conferencia Internacional en: http://www.healthpastoral.org/text.php?cid=443&sec=3&docid=134〈=sp


Por Marta Lago

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ZENIT Staff

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