ROMA, sábado, 23 abril 2005 (ZENIT.org).- La muerte de Juan Pablo II ha atraído un interés de los medios y de la población en general a un nivel sin precedentes. La organización Global Language Monitor ofrece los datos que prueban el gran interés de los medios.
Hasta el día del funeral del Papa, hubo 12 millones de citas en Internet, y 100.000 relaciones en los medios a lo largo del mundo. En comparación, durante todo el año anterior sólo hubo 28.000 reportajes y un millón y medio de citas en Internet sobre Juan Pablo II.
La cobertura, observaba el Global Language Monitor, superó con creces la atención dada a otros eventos como el tsunami del sur de Asia, los ataques terroristas del 11 de septiembre, y las muertes de Ronald Reagan y la princesa Diana. En las primeras 72 horas tras la muerte del Papa hubo 10 veces más reportajes de noticias sobre Juan Pablo II que los publicados en el mismo periodo de tiempo sobre el presidente de Estados Unidos George Bush tras su reelección del pasado noviembre.
Un análisis de la cobertura muestra que la palabra «histórico» se asoció el Papa cerca de 3 millones de veces, mientras que «conservador» se asoció cerca de 1,75 millones de veces, y «amado» o «querido» unas 600.000 veces.
Entretanto, las páginas de internet católicas vieron un aumento de su uso. Los sitios católicos registraron un 118% de subida en cuota de mercado de las visitas online para la semana que terminó el 9 de abril, comparándola con una semana seleccionada al azar que terminó el 6 de noviembre del año pasado, según la compañía de seguimiento Hitwise USA Incorporated. Un análisis de los datos se publicó el 14 de abril en DM News.
La muerte del Papa también cosechó una avalancha de búsquedas por internet. Para la semana que terminó el 2 de abril, las búsquedas de las palabras clave «Papa Juan Pablo» subieron un 3.161%, «Papa», un 2.801%, y «Papa Juan Pablo II», un 2.307%.
El más beneficiado de los buscadores de la palabra «papa», con un 11% de todas las búsquedas, fue la página web del Vaticano (www.vatican.va). Seguida por www.catholic.net y Google News, con un 10% cada una.
Periódicos y televisión
La cobertura dada por los periódicos también ha sido abundante. El periódico británico Independent presentaba algunos datos sobre la prensa en el Reino Unido. Según un artículo del 10 de abril, el domingo siguiente a la muerte del Papa el Daily Mirror dedicó 19 páginas al tema, el Independent, 13 páginas, y el Times, 11 páginas. Otros periódicos tuvieron un nivel de cobertura similar, excepto el Sun, que limitó su cobertura a sólo dos páginas.
La atención fue notable, según en análisis de la cobertura de los medios hecho por el Independent. Gran Bretaña no es sólo un país muy secularizado, con poco espacio para la religión en los medios, sino que la religión tradicional es la anglicana.
De hecho, el periodista del Guardian, Martín Kettle, comentaba en un artículo el 5 de abril: «El funeral del Papa, nos debe quedar claro, nunca había sido hasta ahora un acontecimiento que requiriera la atención del primer ministro británico – o incluso del arzobispo de Canterbury».
También fue amplia la cobertura de la televisión. Associated Press informaba el 12 de abril de que más de 9 millones de personas en Estados Unidos o se levantaron pronto o se acostaron tarde para ver el funeral del Papa (comenzaba a las 4 a. m. en la Costa Este y a la 1 a. m. en la Oeste).
Los canales de televisión en el mundo árabe también dieron grandes espacio de emisión al Papa. Un reportaje de Agence France-Presse el 3 de abril informaba de que Al-Jazeera, con sede en Qatar, famosa por emitir los vídeos de Osama bin Laden, estuvo entre las primeras en anunciar la muerte de Juan Pablo II.
En el Líbano, la televisión vía satélite Al-Manar del movimiento fundamentalista Hezbollah interrumpió sus programas tras el anuncio de la muerte del Papa para conectar en directo con el Vaticano. Otras cuatro emisoras privadas libanesas y la pública Tele-Liban hicieron lo mismo.
El domingo siguiente a la muerte del Papa, Al-Jazeera siguió proporcionando una extensa cobertura, al igual que hizo Al-Arabiya, con sede en Dubai. Estas dos emisoras, junto con muchas otras del mundo árabe, también emitieron algunos documentales sobre Juan Pablo II.
Suben las ventas de libros
Las ventas de libros también se vieron afectadas por la muerte del Papa. Un reportaje del 10 de abril en Associated Press observaba que en los días siguientes varios títulos alcanzaron rápidamente el top 20 en las librerías online como Amazon y Barnes&Noble.
Los principales títulos incluyen cinco de Juan Pablo II: «El Camino hacia Cristo»; «Memoria e Identidad»; «El Papa Juan Pablo II: Según mis Propias Palabras»; «Levantaos, vamos»; y «Cruzando el Umbral de la Esperanza».
Otro popular libro ha sido «Testigo de Esperanza», una biografía de George Weigel. Sólo unas horas después de la muerte del Papa, HarperCollins anunciaba que un nuevo libro de George Weigel, todavía sin título, saldría a finales de año y en el que examinará «la muerte del Papa y la Iglesia católica que ha dejado, mientras también se ofrece un relato interno sin precedentes de la elección del siguiente Papa».
El 14 de abril Associated Press informaba desde Italia que las ventas del último libro de Juan Pablo II, «Memoria e Identidad», habían subido desde su muerte un 50%, con cerca de 12.000 ejemplares al día. Los datos los proporcionó la editorial del libro, Rizzoli.
El poder de la gente
Un gran número de comentaristas han intentado explicar la popularidad de Juan Pablo II, especialmente entre la gente joven. Gerard Baker, escribiendo en el Times de Londres el 8 de abril, indicaba que Juan Pablo II ofrecía a las multitudes de jóvenes «una personalidad y un liderazgo que muchos jóvenes admiran y anhelan especialmente, incluso aunque encuentren sus exhortaciones difíciles de seguir». Por otra parte, continuaba, «es el joven quien busca de modo idealista la verdad y es puesto en ridículo por ello por parte de los más ancianos cínicos».
Analizando las causas que mueven a una multitud de peregrinos a acercarse a Roma para rendir homenaje a Juan Pablo II, un artículo de Matthew Schofield en el Philadelphia Inquirer el 12 de abril comentaba que, incluso a pesar de las discrepancias con algunas de las enseñanzas de la Iglesia, las raíces culturales de la religión todavía son profundas.
El artículo citaba además a Johannes Christian Koecke, del centro de investigación Konrad Adenauer Stiftung de Alemania, quien, haciendo un comentario sobre Juan Pablo II, decía: «Creo, en última instancia, que alimentaba un deseo latente en los europeos por la Iglesia y por la fe». Europa ha carecido de orientación en los últimos años, añadía Koecke, y el Papa le ha dado al continente lo que le faltaba.
Schofield también citaba a Grace Davie, directora del Centro de Estudios Europeos de la Universidad de Exeter, Inglaterra. Afirmaba que la reacción ante la muerte del Papa «presenta la fragilidad del secularismo europeo».
Davie dudaba de que los jóvenes que se reunían para ver al Papa pasaran por alto su mensaje religioso. «El líder religioso más popular del mundo utiliza ahora los medios de la modernidad para cuestionar los valores de la modernidad», afirmaba. «Era una postura con mucho éxito en el mundo, y él era muy bueno haciéndolo».
E incluso el New York Times, en un artículo del 14 de abril, tenía que admitir el éxito del Papa entre los jóvenes. «No importa quien sea el próximo Papa, Juan Pablo II ha dejado tras de sí una generación de jóvenes católicos comprometidos que ya están conformando la Iglesia con un molde más cons
ervador que el que hicieron sus padres», observaba el artículo.
El New York Times indicaba el aumento en los seminaristas que son fieles a las enseñanzas papales, los grupos de jóvenes que promueven la adoración eucarística y el rezo del rosario, y el interés de muchos en la teología y en el corpus desarrollado por Juan Pablo II.
La evangelización de la juventud, comentaba el artículo, fue una prioridad de Juan Pablo II, y esto, combinado con el crecimiento de los movimientos laicales, ha proporcionado a la Iglesia una nueva generación de creyentes entusiastas. Un don de Juan Pablo II a su sucesor, Benedicto XVI.