La novedad del sacerdocio de Cristo, protagonista de los ejercicios espirituales del Papa

Y de la Curia Romana, predicados por el cardenal Albert Vanhoye

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CIUDAD DEL VATICANO, lunes, 18 febrero 2008 (ZENIT.org).- La novedad del sacerdocio de Cristo, ejemplo de humildad y solidaridad, ha sido el hilo conductor de los ejercicios espirituales que han vivido del 17 al 23 de febrero Benedicto XVI y sus colaboradores de la Curia Romana en el Vaticano.

El tema escogido por el predicador, el cardenal jesuita Albert Vanhoye, antiguo secretario de la Comisión Pontificia Bíblica, de 84 años, fue «Acojamos a Cristo, nuestro sacerdote».

En la mañana del último día de ejercicios, en la misma capilla «Redemptoris Mater», en la que fueron predicados, el Papa pronunció un discurso de agradecimiento, y de síntesis de esa semana de predicaciones.  

El pontífice recordó el momento en el que Cristo lavó los pies a sus apóstoles para condensar gráficamente las reflexiones del predicador sobre la novedad del sacerdocio de Jesús.

«A través de sus meditaciones esta imagen me ha interpelado –confesó el Papa–. He visto cómo precisamente en este comportamiento, en este  acto de máxima humildad, se realiza el nuevo sacerdocio de Jesús».

«Y se realiza precisamente en el acto de la solidaridad con nosotros, con nuestras debilidades, con nuestro sufrimiento, con nuestras pruebas hasta la muerte», añadió.

«De este modo he visto con nuevos ojos las vestiduras rojas de Jesús, que nos hablan de su sangre», dijo.

«Usted, señor cardenal, nos ha enseñado cómo la sangre de Jesús estaba, a causa de su oración, «oxigenada» por el Espíritu Santo. Y de esta manera se ha convertido en fuerza de resurrección y en fuente de vida para nosotros».

Benedicto XVI alabó la «competencia teológica» y la «profundidad espiritual» que han animado las reflexiones del cardenal francés, y que han permitido «escuchar la voz del Señor» y «aprender así de nuevo qué es su sacerdocio y nuestro sacerdocio».

«Nos ha ayudado a entrar en la participación en el sacerdocio de Cristo y de este modo a recibir el nuevo corazón, el corazón de Jesús, como centro del misterio de la nueva Alianza», concluyó.

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ZENIT Staff

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