La Santa Sede alienta a no escatimar esfuerzos en la lucha contra el hambre

CIUDAD DEL VATICANO, martes, 4 abril 2006 (ZENIT.org).- Con un nuevo llamamiento a impulsar la promoción de un desarrollo agrícola eficaz para garantizar a todos los seres humanos el derecho a la seguridad alimentaria, la Santa Sede alienta a no escatimar esfuerzos en la lucha contra la pobreza, el hambre y la desnutrición, garantizando las necesidades básicas de los pueblos.

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Es la exhortación que presentó monseñor Renato Volante, Observador Permanente de la Santa Sede ante la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), al intervenir en la XXVIII sesión de la Conferencia Regional de la FAO para Oriente Medio, que tuvo lugar en Sana’a (Yemen) del 12 al 16 de marzo.

Reiterando asimismo la plena disponibilidad de la Iglesia Católica para cooperar en lograr estas metas, monseñor Renato Volante destacó que dicha disponibilidad no debe entenderse solamente como una posibilidad de ayuda logística, sino también como fuente de una ideal inspiración programática. Al respecto, la delegación de la Santa Sede sugirió reflexionar sobre algunos puntos, para poner en marcha adecuadas acciones políticas y responder concretamente a los desafíos que se plantean hoy en el mundo rural, con especial atención a los más desfavorecidos.

Recordando que a la hora de establecer estrategias concretas en la lucha contra la pobreza es necesario tener en cuenta, no sólo los derechos fundamentales de pueblos o comunidades, sino también el respeto de las distintas identidades, religiones, tradiciones y culturas, la Santa Sede puso de relieve asimismo la necesidad de insistir en la educación al respeto de los valores fundamentales.

El Observador Permanente de la Santa Sede concluyó su intervención haciendo hincapié en que garantizando a todas las personas la posibilidad de alcanzar un nivel de vida y una seguridad alimentaria adecuados, participamos en el gran plan de la Creación y tenemos la oportunidad de anteponer los ideales comunes a los intereses individuales. El prelado destacó asimismo que las relaciones internacionales en nuestra época, para obedecer al deseo de coexistencia pacífica de todos los pueblos, necesitan nuevas formas de solidaridad y comunión cuando se trata de establecer programas de acción, de acuerdo con los principios fundamentales de humanidad y justicia.

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ZENIT Staff

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