Las Jornadas Mundiales de la Juventud redescubrirán la confesión

Habla Guzmán Carriquiry, subsecretario del Consejo Para los Laicos

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ROMA, 18 diciembre 2001 (ZENIT.org).- Las Jornadas Mundiales de la Juventud (JMJ), que se celebrarán en Toronto dentro de algo más de siete meses, quieren ser una ocasión única para renovar la práctica del sacramento de la confesión en la Iglesia católica.

Lo revela a Zenit el profesor Guzmán Carriquiry, subsecretario del Pontificio Consejo para los Laicos, el organismo vaticano que se ocupa más directamente de la organización de la JMJ.

Uno de los temas centrales de reflexión del encuentro del Papa con los 700 mil jóvenes que deberían participar en Toronto, entre el 18 y el 28 de julio, será precisamente el sacramento de la reconciliación con Dios, anuncia.

Carriquiry, abogado uruguayo, uno de los laicos con un cargo de mayor responsabilidad en el Vaticano, explica que esta «elección» es decisiva, sobre todo si se tiene en cuenta que «en el mundo anglosajón, este sacramento ha estado en el centro de críticas que han debilitado su práctica».

Se continuará así la experiencia del Circo Máximo, en Roma, donde durante los bochornosos días de agosto cientos de miles jóvenes acudieron a recibir el perdón de Dios en el sacramento antes de participar en su encuentro con Juan Pablo II.

«La cosa más sorprendente en este tiempo de preparación –explica Carriquiry– es la peregrinación de la Cruz en las diócesis canadienses».

«En la JMJ de 1984, el Santo Padre confió la cruz a los jóvenes para que la llevaran en peregrinación a todos los países donde se desarrollarían las próximas jornadas –recuerda–. Ahora la cruz está visitando todas las diócesis canadienses y es sorprendente la adhesión de la gente. Este gesto está revitalizando la vida de las iglesias locales, con una participación inesperada».

«La Iglesia católica en Canadá –añade Carriquiry– aún enorgulleciéndose de una gran tradición, ha sufrido el impacto fuerte de la secularización y de la descristianización. Este dato se deduce de muchos indicios, como la escasa participación en la misa dominical, la reducida presencia en las manifestaciones de religiosidad popular, la falta de vocaciones».

«La peregrinación de la cruz –subraya el subsecretario del Consejo Pontificio– está demostrando sin embargo que la elección de Canadá por parte del Santo Padre junto a la adhesión entusiasta de los obispos canadienses, ha sido una elección providencial y oportuna».

«Hay evidentes signos de despertar de la tradición cristiana –revela–. En el curso de los últimos diez días de noviembre, el cardenal James Francis Stafford ha visitado todo Canadá, desde Alberta en el Pacífico hasta Halifax en la zona atlántica, pasando por Quebec, Ottawa y Montreal, y ha constatado manifestaciones de verdadero entusiasmo».

«Canadá –añade Carriquiry– es una sociedad multicultural, hay inmigrantes de todas las regiones y todas las culturas y en el respeto de esta multiculturalidad daremos testimonio de Cristo como único Señor, único Salvador, único mediador, un Dios que no anula la diversidad pero la une en la comunión y para que no se convierta en mera fragmentación cultural».

«De hecho –explica el representante vaticano– Toronto es una ciudad donde ya se celebra la misa cada domingo en decenas y decenas de lenguas diversas. Esto favorecerá la ambientación de las diversas comunidades que podrán recibir a los jóvenes provenientes de todas las partes del mundo».

Al mismo tiempo, Carriquiry explica que la participación de jóvenes de Estados Unidos y América Latina será mayoritaria. «Después de Denver, estamos volviendo a América tras haber pasado por Manila, París y Roma», explica.

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ZENIT Staff

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