CIUDAD DEL VATICANO, miércoles, 6 febrero 2008 (ZENIT.org).- Llegar a cuantos están lejos de la Iglesia es la principal preocupación de los prelados de Costa Rica, afirmó el obispo de Cartago, Francisco Ulloa Rojas.
Frente al secularismo y al materialismo que «están minando silenciosamente los principios cristianos y los valores morales», recordó a «L’Osservatore Romano», la Iglesia en el país trata de encontrar «nuevos métodos y nuevas expresiones para una nueva evangelización, sobre todo para quienes se han alejado de la fe».
«Tenemos que pasar de una pastoral de conservación a una pastoral misionera que llegue a todos los bautizados y a todas las personas», propuso con motivo de la visita quinquenal «ad limina apostolorum» al Papa y a la Curia romana del primer grupo de obispos del país.
Para lograr este objetivo, es necesaria una «formación integral, progresiva y sistemática de los laicos para que asuman el papel que les corresponde como miembros activos de la Iglesia».
Por esto, explica, hay que promover «un mayor compromiso de los laicos en el campo de la economía, de la política, de los medios de comunicación social, de las universidades y de las diversas profesiones».
Suscita gran preocupación en los obispos de Costa Rica el avance del secularismo en el país, en el que el 80% de los cuatro millones de habitantes es católico. «Lo más preocupante para nosotros es que esta indiferencia está extendida sobre todo entre los jóvenes», reveló el obispo Ulloa a «Radio Vaticano».
Otra cuestión que es causa de alarma para los obispos es la situación de la familia, que ha sido siempre un «factor determinante de unidad e integración en Costa Rica» pero que últimamente «se ha ido disgregando y parece no existir ya aquella correa de transmisión de los valores de la fe que hubo hasta ahora».
La familia, denuncia, «está dejando de ser el espacio de transmisión de los valores cristianos y del sentido religioso. De esto derivan los grandes desafíos constituidos por la inestabilidad del matrimonio como base de la familia, las corrientes ideológicas que implican a los jóvenes y y la creciente desintegración familiar».
Del mismo modo, los obispos de Costa Rica denuncian «fuertes estímulos a la secularización que quieren marginar la dimensión religiosa, confinándola en lo privado, y que presionan para que se elimine el artículo de la Constitución que atribuye a la Iglesia el derecho de impartir educación católica en las escuelas».
El Gobierno sigue manteniendo la enseñanza obligatoria de la religión católica porque está previsto por la Constitución pero existe «el peligro y el riesgo de que prevalezcan aquellas tendencias que querrían abolirla en todos los institutos educativos», aunque la Iglesia se está «batiendo para defender este derecho».
El obispo Ulloa subraya por último la necesidad de implementar el documento conclusivo de la V Conferencia del Episcopado de América Latina y el Caribe, que tuvo lugar en mayo de 2007 en Aparecida, Brasil.
El documento, constata, es para la Iglesia en Centroamérica «la guía que indica el camino a seguir para una pastoral que responda a los desafíos sociopolíticos y religiosos que afronta la evangelización de nuestros pueblos, tan diferentes en su contexto cultural».
Por esto, hay que divulgarlo entre las comunidades «para que sus valiosos contenidos sean conocidos y asimilados».
