Mensaje navideño del superior de los salesianos: El desafío hoy, la familia

«Espacio privilegiado de humanización y de educación», subraya

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ROMA, 19 diciembre 2002 (ZENIT.org).- El rector mayor de los salesianos, Pascual Chávez, en el mensaje dirigido a la Familia Salesiana con motivo de la Navidad y el Año Nuevo 2003 presenta la institución familiar como «espacio privilegiado de humanización y de educación»

El superior general mexicano fundamenta su propuesta en el programa pastoral que Juan Pablo II ha presentado a la Iglesia para vivir con plenitud el nuevo milenio, a través de la carta apostólica «Novo millennio ineunte»: hacer de cada familia y cada comunidad la casa y la escuela de comunión.

La propuesta «es una invitación a colaborar en la difusión de una cultura de la solidaridad y de la paz, partiendo del ámbito local, de la propia familia natural, y también de la religiosa, que debería ser la casa y la escuela donde, de manera espontánea e inmediata, se aprende a vivir en la aceptación de los demás y en el apoyo recíproco», escribe Chávez en el último número de la edición española del Boletín Salesiano.

Para el rector mayor de los salesianos, la familia «es, o debería ser, el lugar natural y privilegiado de crecimiento de la persona, donde se aprende la verdadera fraternidad, porque se hace experiencia concreta y tangible de la paternidad, de la maternidad y de la filiación».

De hecho, Navidad «es el misterio de Dios que quiso hacerse familiar nuestro y quiso hacer experiencia de hombre, y de hombre pobre, escogiendo como lugar de su nacimiento y de su crecimiento una familia corriente, en todo semejante a las demás», recuerda Chávez al poner de manifiesto que los grandes problemas del mundo sólo se pueden resolver «en la medida en que se vive la comunión en el propio ámbito comunitario, familiar y social».

El superior general precisa que la familia está amenazada por dos frentes: desde dentro, «por la diversidad generacional que hace a veces casi imposible la relación entre hijos y padres, y por el mutuo alejamiento de los esposos»; y desde fuera, «por la minusvaloración social, expresada en la infidelidad como ideal, en la infertilidad como liberación, como si un hijo representara un obstáculo para el bienestar individual y para el desarrollo personal y social de los padres».

Ante este realidad, Chávez presenta la familia como «espacio privilegiado de humanización y, por eso mismo, de educación», porque «la opción de Dios fue hacerse hombre en el seno de una familia».

El rector mayor concluye que «acoger a Dios en la propia vida y en la propia familia implica la tarea de hacerle sitio, de creer en su amor para con nosotros, y crear comunión entre nosotros».

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ZENIT Staff

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