Nueva oleada de persecución de las autoridades de Hebei (China) contra católicos

Para unir a la fuerza a Iglesia «oficial» (controlada por las autoridades) y «clandestina»

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PEKÍN, miércoles, 28 septiembre 2005 (ZENIT.org).- El gobierno de Hebei (China) ha lanzado una nueva campaña de persecución contra la Iglesia católica «clandestina» en toda la región.

Al dar la voz de alarma el martes, «AsiaNews» –dirigida por el padre Bernardo Cervellera, experto en asuntos chinos— denuncia que, «a pesar de que se registra algún signo de mejoría en las relaciones entre China y el Vaticano», ahora la campaña del gobierno de Hebei «se orienta a que se registren todos los católicos, sobre todo obispos y sacerdotes, en la Oficina estatal de Asuntos Religiosos y se inscriban en la Asociación Patriótica».

En China el gobierno permite la práctica religiosa sólo con personal reconocido y en lugares registrados ante la Oficina de los Asuntos Religiosos y bajo el control de la Asociación Patriótica. Los fieles que tratan de salirse de este control para ponerse en obediencia directa del Papa forman la Iglesia «clandestina».

Hebei es la región del país asiático con mayor densidad de católicos –más de millón y medio–; los «clandestinos» (no reconocidos por el gobierno) son una fuerte mayoría. La nueva campaña en la zona cuenta con el apoyo la Oficina de Asuntos Religiosos y de la policía.

De acuerdo con la agencia del Pontificio Instituto de Misiones Extranjeras (PIME), algunos representantes del gobierno han dicho a los obispos «no oficiales» que «de ahora en adelante todo el clero, para administrar los sacramentos, debe tener una tarjeta especial concedida por el gobierno».

«El motivo de todo ello –según tales representantes— es unir la Iglesia clandestina y la oficial que, en obediencia a las indicaciones de la Santa Sede, tienden cada vez más a colaborar y unirse. Muchos obispos de la Iglesia no oficial han dado indicaciones de participar en la Eucaristía con las comunidades oficiales. Hasta hace pocos años tal reconocimiento habría sido impensable», explica «AsiaNews».

A las presiones policiales en Hebei los obispos han respondido que ellos pueden aceptar la tarjeta del gobierno, pero que es imposible pedirles que se unan a la fuerza a la Iglesia oficial porque esto implicaría la inscripción a la Asociación Patriótica.

Ésta, como recuerda la agencia del PIME, «es una organización al servicio del Partido para controlar a los fieles. Uno de sus objetivos, fijado en su estatuto, es hacer crecer y florecer una Iglesia nacional, desligada de la Santa Sede».

«El rechazo de los obispos a participar en ella está por lo tanto motivado por la fe y por la ley canónica. En el pulso que ha surgido, los representantes del gobierno amenazan con prisión para todos», añade.

Los obispos han pedido a los representantes del gobierno que les deje libres de encontrar ellos mismos la forma y el tiempo de construir la unidad. Los representantes han respondido –informa la agencia del ámbito asiático— que ellos quieren la unidad ahora y han amenazado con las armas a quien desobedezca.

«Según muchos fieles de Hebei el celo de policía y representantes gubernativos sólo puede explicarse por una razón: si derrotan a la Iglesia no oficial absorbiéndola en la Asociación Patriótica, recibirán un premio del gobierno central», apunta «AsiaNews».

«Pero hay otra razón oculta –sigue–: la unidad no se realizaría por la paciencia y por la libertad de las comunidades, sino que sería impuesta desde el exterior, dejando claro que sólo se podía lograr con la fuerza de una Oficina de Asuntos Religiosos y de la Asociación Patriótica».

«Si nos unimos por nosotros mismos –dijo un obispo a “AsiaNews”— ellos pierden el trabajo y el sueldo porque ya no habría nada que controlar».

Alerta la agencia de que «mientras China aguarda a las Olimpiadas y progresa en el siglo XXI, en Hebei la persecución recuerda aún el estilo del Partido comunista de los años ’50 bajo Mao Zedong; estas actitudes estalinistas “dan mala imagen del gobierno”, dicen los fieles», a quienes no quedará más opción que «lanzar un llamamiento al mundo» y «acusar al gobierno de Hebei» «si los obispos son arrojados a las cárceles».

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ZENIT Staff

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