MÉXICO, 14 junio 2001 (ZENIT.org).- La última tragedia del paso de la frontera hacia Estados Unidos, por parte de mexicanos que buscan una vida mejor, tuvo lugar el pasado 31 de mayo en el desierto de Arizona. Catorce personas murieron mientras trataban de llegar a la «tierra prometida» de su sueños. El episodio ha motivado una carta conjunta de tres obispos: los monseñores Manuel Moreno de Tucson, Thomas O´Brien de Phoenix y Donald Pelotte de Gallup.
Se pone en cuestión la dura política gubernamental contra la inmigración clandestina, ineficaz en la medida en que no logra parar la hemorragia de vidas humanas que se quedan a lo largo de la frontera entre los dos países norteamericanos.
Las frías cifras indican que el año pasado 369 personas perdieron la vida en el intento de llegar a EE.UU. La policía de frontera ha detenido a casi cien mil, en la parte estadounidense, y más de treinta mil, en la parte mexicana. Pero no basta una solución policial.
En México, Luis Barrera Flores, secretario asociado de la Conferencia Episcopal, anunció para fines de este año un documento conjunto de los obispos de los dos países: «Se deben asegurar condiciones de justicia y de dignidad humana –explicó–, traducidas en asistencia médica y legal».
El 6 de junio pasado, un seminario de estudio en Washington reunió a los centros de ayuda católicos, tras una serie de consultas a las diócesis de los dos lados de la frontera.
Mark Franken, director ejecutivo de la Comisión Episcopal para los Refugiados, subrayó que hacen falta más estructuras de asistencia legal para los inmigrantes capturados por la policía de frontera, hace falta un seguimiento de los abusos y la diferencia de trato en el trabajo, y la creación de estructuras de acogida a nivel diocesano y parroquial.
Pero sobre todo, según proponen los tres obispos de Arizona, se debe revisar la política gubernamental y emprender con México una política de «cooperación».
Los datos del último censo en EE.UU. estiman en 35,5 millones la minoría hispana, y el español como segunda lengua del país. Hay zonas como Chicago, Los Angeles y Nueva York donde el 30% de la población es de lengua madre castellana. En cuanto a la población católica, de un total de 63,7 millones, 25 millones, más del 40%, son latinoamericanos.
