«Volver a la persona», propuesta de Karol Wojtyla a la democracia

Habla Rodrigo Guerra López, autor de una tesis sobre el argumento

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MÉXICO, D.F., 7 enero 2002 (ZENIT.org).- Con la disertación «Volver a la persona. El método filosófico de Karol Wojtyla», Rodrigo Guerra López (México, DF, 1966) ha obtenido el grado de Doctor en Filosofía (Summa Cum Laude) por la Academia Internacional de Filosofía del Principado de Liechtenstein el pasado mes de diciembre de 2001.

Su objetivo es trazar el método, las influencias, las novedades que aporta la filosofía del Papa al pensamiento contemporáneo.

Investigando el camino de los descubrimientos filosóficos y teológicos de Karol Wojtyla, Guerra López muestra cómo, desde sus inicios, el Papa ha abogado por el respeto a las personas como fines en sí mismas y jamás como medios, o cosas utilizables en beneficio de algo o de alguien. Distinción que atraviesa el pensamiento del Papa y que lo deposita en centro de la edificación de la civilización del amor.

–¿Cuál es la actualidad del pensamiento filosófico de Karol Wojtyla, sobre todo en este entorno mundial de violencia y guerra?

–Guerra López: En mi opinión, el pensamiento del Papa aporta un ingrediente novedoso al restablecimiento de la paz mundial y una paz duradera. Esto es: la paz debe basarse sobre una adecuada concepción de la persona humana y sus derechos fundamentales, para que, realmente, sea duradera y existan condiciones de justicia.

–¿Qué pasa cuando la paz no se construye sobre este cimiento?

–Guerra López: Cuando la paz está sostenida en contenidos puramente políticos, la paz no es duradera porque no está respondiendo a las exigencias del corazón humano.

–¿Cómo resumir, en pocas líneas, el pensamiento filosófico de Karol Wojtyla?

–Guerra López: A través de dos caminos. Por un lado, el Papa, aún como filósofo, es creyente, es cristiano, y reconoce que Cristo es el que revela al hombre lo que el hombre es. Para él, el dato de la fe no solamente es un dato para la motivación religiosa sino para una antropología (una concepción del hombre) integral. Por el otro, desde la perspectiva puramente racional, la persona es, para el Papa, el principio y el fin de la organización de la vida en sociedad.

–¿Qué dimensión adquiere esto en, por ejemplo, la generación de leyes o de políticas sociales?

–Guerra López: El Papa es consciente de que existe una crítica de las modernas teorías del Derecho sobre la antigua concepción del Derecho Natural; por eso él ha elaborado un camino de pensamiento que denomina «ius personalismo», que consiste en la necesidad de reformular las leyes tomando en cuenta, principalmente, la dimensión de la persona humana. Este es un dato que puede ser entendido y aceptado aun por el no creyente; aun por el que no tiene estudios filosóficos especiales: toda ley es justa en la medida que responda a la dignidad humana y a los derechos fundamentales. El Estado debe reconocer que hay un parámetro más allá del poder para gestionar el bien común y para legitimarse ante el pueblo.

–Ahora, con respecto a las prácticas políticas, ¿en qué podría modificarlas, mejorarlas quizá, el pensamiento de Karol Wojtyla en un régimen concreto?

–Guerra López: Aun cuando suele afirmarse que la gran mayoría de los regímenes políticos respetan los derechos humanos, la gran respuesta del Papa es que, realmente, los derechos humanos sean el parámetro de conducta para el ejercicio del poder. Cuando un gobernante no respeta radicalmente los derechos humanos –que son los mínimos presupuestos para la convivencia social–, se ilegitima, grado a grado, en el uso del poder. Los derechos humanos son la justificación ética y jurídica para que un gobernante se mantenga y se respete por parte del pueblo que lo ha elegido democráticamente.

–Yo descubro en el Papa y el filósofo Karol Wojtyla, una especie de obsesión buena por demostrar la verdad, no de imponerla sino demostrarla mediante su esplendor… ¿Estoy en lo correcto?

–Guerra López: Así es, pero también hay una novedad muy grande en la forma como él afirma, demuestra, argumenta respecto a la verdad: que la acción es un momento especial para mostrar la verdad. Esto significa que no basta demostrar en un pizarrón o frente a un foro académico lo que se considera verdadero, sino que es necesario mostrar a través de la acción que es posible vivir de acuerdo a la verdad. El Papa y por supuesto la Iglesia en su Doctrina, consideran que la inserción cristiana en la historia es absolutamente factible, realizable. Es ahí, en nuestro trabajo, en nuestro oficio, en la vida cotidiana, donde cada uno muestra el esplendor de la verdad.

–¿Cuál es, desde el punto de vista del Papa, la verdad que anhela el corazón humano?

–Guerra López: No sólo aquella que conmueve la inteligencia sino ante todo aquella que redime y libera a la persona de las opresiones y problemas en que se resume la situación del mundo contemporáneo.

–Hay un tema que me parece digno de ser comentado. Cuando muchos querían un Papa cerrado al diálogo, él lo ha abierto, reconociendo los errores de la Iglesia, pidiendo perdón por ellos e interpelando a todas las corrientes de pensamiento a fundamentar su verdad. A más de dos les cayó muy mal aquello de que «aún el comunismo tiene semillas de verdad»…

–Guerra López: Es interesante ver cómo en la perspectiva del Papa no existe la idea de que la verdad sólo se manifiesta en aquellos que se encuentran en perfecta comunión con la Iglesia y con el depósito de la fe, sino también en todos los hombres que en conciencia buscan auténticamente la verdad, aunque partan de premisas muy distintas a las cristianas: si tienen la verdad, esa verdad, como decía santo Tomás de Aquino, «procede del Espíritu Santo», aún cuando ellos no la reconozcan con este origen. Por eso el pensamiento social del Papa ha asimilado muchos de los ingredientes de la filosofía contemporánea, incluyendo pensadores no específicamente cristianos; y los ha integrado en una matriz cristiana, que permite valorarlas en su justa dimensión. Hoy, el pensamiento social de la Iglesia, realmente se encuentra a la vanguardia del pensamiento contemporáneo sobre la sociedad y la justicia. La Iglesia, fiel a sus orígenes, está abierta a la verdad, aparezca donde aparezca. Porque esta verdad siempre será parte de la verdad que Dios le quiere dar al hombre para su liberación.

Por Jaime Septién Crespo, director de El Observador

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ZENIT Staff

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