La Iglesia católica indemnizará a los trabajadores forzados del nazismo

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BERLIN, 29 agosto (ZENIT.org).- La Iglesia católica alemana destinará cinco millones de marcos (2,5 millones de dólares) a la indemnización directa de los trabajadores forzosos que el régimen nazi destinó a las estructuras eclesiales, explicó hoy el presidente de la Conferencia Episcopal, Karl Lehmann.

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Lehman, en una conferencia de prensa celebrada en Maguncia, añadió que otro tanto será destinado a tareas eclesiásticas de reconciliación, pero que la Iglesia católica no participará en el fondo de compensaciones creado por la industria y el Estado alemanes y que estará dotado con 10.000 millones de marcos (5.000 millones de dólares).

El Consejo permanente de la Conferencia Episcopal alemana analizó cómo se puede compensar a las personas que durante el nazismo trabajaron en las obras de caridad, e instituciones de la Iglesia y que, según Lehmann, abarcaron menos de un uno por mil del total de trabajadores forzosos.

Un portavoz de la Conferencia Episcopal, Rudolf Hammerschmidt, explicó que los obispos analizaron entre treinta y cuarenta casos documentados de trabajo forzado. Hummel aseguró que se han rastreado los archivos de 30.000 instituciones eclesiásticas. En 1944, en Alemania existían 7,6 millones de «esclavos de los nazis», pero el número de trabajadores forzados explotados por la Iglesia fue «ínfimo».

Mientras que la Iglesia católica ha optado por esta fórmula de ayuda, la luterana anunció ya hace algún tiempo que participaría con diez millones de marcos en el fondo de compensaciones acordado por el Estado y la industria. La decisión luterana fue tomada por las autoridades religiosas después de que las investigaciones históricas revelaran que, especialmente en los últimos años de la guerra, hospitales y obras asistenciales luteranas recurrieron a las oficinas de empleo de la región para poder contar con obreros forzados.

La cuestión de los «trabajadores forzados» ha servido para demostrar la labor de ayuda que realizó la Iglesia católica a favor de las víctimas del nazismo: varios de los informes de la Gestapo (la temible policía secreta del Tercer Reich) revelan el nombre de sacerdotes católicos que se atrevieron a protestar abiertamente contra las condiciones de vida de los trabajadores forzados.

«Muchos de ellos –dice el historiador Christoph Köster– acabaron en la cárcel o incluso en campos de concentración». Los archivos de las SS contienen, además, durísimas cartas contra la arquidiócesis de Berlín por sus protestas contra las condiciones de los trabajadores forzados.

«En casi todas las fuentes de las que tenemos posesión –afirma Köster– la Iglesia católica más que «beneficiaria» de los trabajadores forzados, aparece como una institución que trató de defenderles».

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ZENIT Staff

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