Recta final hacia el Congreso Mariológico-Mariano

El mariólogo Stefano De Fiores presenta el encuentro

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ROMA, 10 sep (ZENIT.org).- Juan Pablo II confiará la humanidad del nuevo milenio a la Virgen María el próximo 8 de octubre. Este acontecimiento será precedido por el Congreso Mariológico-Mariano internacional, que comienza el próximo 15 de septiembre. El encuentro acabará con una gran concelebración en la Plaza de San Pedro, presidida por Juan Pablo II, el domingo 24 de septiembre, elegida como jornada jubilar para cuantos trabajan en los santuarios de todo el mundo.

El Congreso tiene por tema «El misterio de la Trinidad y María» y ha sido organizado por la Pontificia Academia Mariana Internacional, de la que es miembro el religioso monfortiano, padre Stefano De Fiores, al que hemos pediro que nos ilustre el significado de esta reunión internacional.

–Estos congresos internacionales fueron puestos en marcha en 1950 por el padre Carlo Bali y pretenden promover un estudio auténtico y profundo sobre la Virgen María en su misión en el misterio de Cristo y de la Iglesia, como luego dirá el Concilio Vaticano II. Son citas de gran alcance, porque se trata –como en el caso de este año– de 190 conferencias sobre un tema elegido que debería luego guiar a una reflexión de los teólogos y mariólogos en el periodo siguiente.

–¿Por qué se llama mariólogico-mariano?

–Se debe a una distinción hoy ya un poco en desuso. En la intención del padre Bali, franciscano croata, se trataba de fijar el objetivo sobre todo en el estudio de la figura de la Virgen –este es por tanto el aspecto «mariológico»– pero al mismo tiempo sin descuidar la pastoral, que sería el aspecto «mariano». En general, se celebraban dos congresos, uno «mariológico» y otro «mariano»; ahora en cambio se han unificado y se usa la denominación mariológico-mariano. Al unir estos dos congresos lo que se busca es que el estudio de la Virgen se transforme en alabanza de la Virgen María y, a través de Ella, de la Santa Trinidad.

–¿Cuál es la connotación de este Congreso del Jubileo del año 2000?

–Justamente este: el misterio de la Trinidad y María. Sobre todo notemos que se parte del misterio de la Trinidad, que debe ser todavía más conocido y vivido en el ámbito del Pueblo de Dios, porque los teólogos son más bien pesimistas y negativos respecto a la experiencia trinitaria del Pueblo de Dios: dicen que en general confundimos un poco las personas, no pensamos directamente en ellas. No podemos por tanto pensar en María y sobre todo en la Anunciación sin antes tener en cuenta las personas de la Trinidad: es el Altisimo quien le envía al arcángel San Gabriel y es el Hijo del Altísimo el que nace en la humanidad por obra del Espíritu Santo. María es por tanto una ventana abierta al grande y altísimo misterio de la Trinidad.

–¿Cuál será la participación y el desarrollo?

–Es una participación verdaderamente muy grande. En la mañana se celebrarán las conferencias plenarias, en las que se sucederán los ponentes, algunos de los cuales pertenecen a varias confesiones cristianas. Luego tendrán lugar al menos once sesiones especiales lingüísticas, que esta vez no incluirán sólo las asociaciones mariológicas de Francia, Italia y España, sino también las secciones de Africa, Asia y América Latina. Habrá verdaderamente un gran intercambio a nivel universal a través de la aportación de las diversas sociedades mariológicas extendidas por el mundo. Estarán presentes 36 países, con 193 oradores y conferenciantes.

–¿Cuál es el estado hoy día de la mariología, por una parte, y de la devoción mariana por otra?

–Podríamos resumir el estudio de la mariología en este momento con la expresión «en obras». Todo está «en obras». ¿Por qué? Porque el desarrollo impreso por el Concilio Vaticano II, que enmarcó a María en el misterio de Cristo y de la Iglesia, continúa no con muchas cuestiones abstractas, sino partiendo de lo concreto de la historia de la salvación. La mariología se debe ahora abrir bajo el impulso de la «Marialis Cultus» a las culturas y a los aspectos antropológicos, de modo que la figura de María sea significativa para nuestro tiempo y para las diversas culturas. A nivel de estudio hay un gran empeño, también sistemático, y podemos decir que Italia tiene un papel de locomotora porque a través de la revista «Theotokos» lleva adelante un discurso interdisciplinar muy apreciado en el mundo entero.

Por lo que se refiere a la devoción de la gente, podemos decir seguramente que el pueblo continúa con su cariño por María, viendo a la Virgen como un «tú» viviente al que dirigirse sobre todo en los momentos difíciles, en los momentos de sufrimiento y de angustia. Esto lo vemos cada día en las peregrinaciones que aumentan en vez de disminuir, contradiciendo las previsiones de algunos, que anunciaban el eclipse de lo sagrado. Algunas perspectivas en cambio, como la de la «Marialis Cultus», que dice asumir a María como modelo de la postura con la que la Iglesia celebra y vive los misterios divinos –es decir la Virgen en escucha, la Virgen orante, la Virgen oferente y la Virgen madre– tienen dificultad todavía para convertirse en vida del Pueblo de Dios. Queda todavía un camino que recorrer y esperamos que tanto el Jubileo como este gran Congreso mariológico abran el corazón de todos los fieles hacia una más sentida devoción a María, pero al mismo tiempo que desemboquen en la adoración trinitaria del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

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ZENIT Staff

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