NUEVA YORK, 7 sep (ZENIT.org).- Se ha inaugurado ayer, con la presencia de 150 reyes, jefes de Estado y jefes de Gobierno, en Nueva York la Cumbre del Milenio de Naciones Unidas, tras la apertura de la 55 sesión de la Asamblea General de la ONU.

El desafío mayor ha sido lanzado por el secretario general de la Onu, Kofi Annan, quien inspirándose en su «Informe del Milenio», ha ilustrado a los líderes internacionales reunidos en el Palacio De Cristal las «emergencias» que el planeta y la ONU deberán afrontar para construir un mundo de verdad mejor en el siglo XXI: lucha a la pobreza, a los conflictos, a las enfermedades, a la degradación ambiental.

Ha dicho Kofi Annan «No tengo la ilusión de que los tres días de Nueva York cambien el mundo. Pero hoy, con las tecnologías que tenemos, hay medios para intentarlo. ¿Dicen que soy un soñador? Bien, sin soñar no se modifica la realidad».

Tiene razón Annan en hablar de sueño. Lamentablemente las industrias más grandes del mundo son todavía la de las armas y la de la droga: dos industrias de muerte. Y también la ONU vive sus contradicciones, gastando miles de millones de dólares en programas de reducción de la natalidad, en vez de utilizarlos en programas de desarrollo.

La receta Annan para salvar la brecha entre el Sur y el Norte, países ricos y países pobres, pasa a través de nuevas empresas compartidas entre gobiernos y empresas internacionales. Instrucción y globalización, libros y ordenadores con el objetivo: de reducir a la mitad en el 2015 el número de personas --hoy más de mil millones-- que viven con menos de un dólar al día. Dado que pobreza y falta de instrucción están indisolublemente relacionadas, la receta Annan prevé que, en el mismo año, todos los niños y las niñas de la tierra hayan completado al menos el certificado de primaria. La ONU pide a los países ricos que abran los propios mercados a los productos de los países pobres (sin cuotas ni aranceles) anulando totalmente la deuda de estos últimos, a cambio de su esfuerzo, comprobado, hacia la democracia y la abolición de la pobreza.

Para conseguir la paz, Annan ha subrayado que es esencial reforzar el cumplimiento de los tratados internacionales que regulan el control de los armamentos y el respeto de los derechos humanos. Está previsto también el refuerzo del papel de la ONU en las misiones de paz y una nueva política «inteligente» de sanciones encaminada a hacerlas más dirigidas a un objetivo. Evitando que dañen a la población civil en lugar de a los dictadores a los que están dirigidas. Para eliminar el tráfico ilegal de armas, está prevista una moratoria sobre la importación y exportación de armas ligeras en Africa occidental. Además de la extensión a otras áreas postbélicas de los afortunados programas «mercancías en lugar de armas» que ya han funcionado en Mozambique, Panamá, El Salvador y Albania.

Por lo que respecta a las enfermedades, Annan se ha concentrado de manera especial en la lucha contra el sida. Su objetivo consiste en reducir en un 25%, en el 2010, el número de seropositivos de edad entre los 15 y los 24 años. En el 2005, el 90% de la población del planeta deberá tener acceso a servicios y centros de prevención anti-sida. Todas las regiones de «alta emergencia», como el continente africano, deberán haber aprobado al año de la cumbre del milenio un «plan de acción nacional» para derrotar a la «peste del siglo». Para ayudarles habrá una red sanitaria internacional: 10.000 sitios on-line, creados en clínicas y hospitales en los países en vías de desarrollo que permitirán, incluso en el último ambulatorio africano, tener un acceso gratuito e instantáneo a las más actualizadas y sofisticadas técnicas médicas.

En cuanto a la defensa del ambiente, junto a un poco creíble llamamiento para que todos los jefes de Estado adopten y ratifiquen el protocolo de Kioto respecto a la reducción de los gases que producen el efecto invernadero, Annan ha indicado como objetivo urgente el de reducir a la mitad, en el 2015, el número de personas que hoy no tienen acceso a las fuentes de agua potable. Annan ha puesto a punto un programa para mejorar en el 2020 la vida de más de 100 millones de personas que hoy viven en los barrios de chabolas de las ciudades de los países más ricos.