CIUDAD DEL VATICANO, 18 sep (ZENIT.org).- «En el ámbito del movimiento
ecuménico, el diálogo teológico es el instrumento adaptado para afrontar
juntos los temas en los que los cristianos se encuentran divididos para
construir juntos la unidad a la que Cristo llama a sus discípulos». Con
estas palabras acogió Juan Pablo II esta mañana en el Vaticano a unos 20
miembros de la Comisión mixta internacional de diálogo entre la Iglesia
católica y la Alianza Mundial de las Iglesias Reformadas.
La Comisión se reunió en estos días, en Roma, en el ámbito de la tercera
fase de un diálogo internacional, que comenzó poco después del Concilio
Vaticano II, y que, como el mismo pontífice, ya ha traído resultados
significativos. El Papa subrayó la importancia de este diálogo para aclarar
las respectivas posiciones y explorar las razones de las diferencias.
«Nuestro diálogo –continuó diciendo Juan Pablo II– se convierte en un
examen de conciencia, un llamamiento a la conversión en la que cada parte se
examina ante Dios su propia responsabilidad para hacer todo lo posible y
dejar atrás los conflictos del pasado». Por este motivo, el Papa confirmó el
compromiso «irrevocable» de la Iglesia católica en el diálogo ecuménico.
Después, al referirse al tema de esta tercera fase de diálogo que atraviesa
la Comisión, «Iglesia y Reino de Dios», el pontífice recordó que la historia
reciente ha sido testigo de los sufrimientos causados por las ideologías que
se han queridos sustituir a Dios y a su Reino. Por eso, al inicio del nuevo
milenio, es decisivo que los cristianos, «separados unos de otros desde hace
mucho tiempo, se sientan interpelados por la exhortación del Señor: «El
tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca; convertíos y creed en
la Buena Nueva»».