MANILA, 22 sep (ZENIT.org).- En una nota de prensa emitida el pasado martes, firmada por el presidente de la Conferencia Episcopal, monseñor Orlando Quevedo, arzobispo de Cotabato, el prelado toma posición ante el problema de la guerrilla extremista islámica de Abu Sayyaf y el modo en que lo está afrontando el Gobierno.

En su nota de prensa, monseñor Quevedo da cuenta de los últimos acontecimientos. El pasado sábado, los militares en un despliegue de fuerza atacaron las posiciones de Abu Sayyaf, en la isla de Jolo. El ataque cuenta con un amplio apoyo popular. Por su parte el Frente Moro de Liberación (MILF) ha denominado «anti-islámicas» las atrocidades de Abu Sayyaf y ha expresado su postura de no interferencia con la operación militar. Los militares impusieron un bloqueo de barcos, cortaron las comunicaciones entre Jolo y el exterior, impidieron las noticias independientes al no permitir que se diera ningún tipo de noticia excepto las emitidas por el Gobierno y los militares.

Después de más de 12 horas de asalto militar con bombardeos aéreos y artillería de tierra, el presidente José Estrada dio instrucciones a los militares en Zamboanga para que rescataran a los rehenes y capturaran o si no destruyeran el grupo de Abu Sayyaf. A la hora de emitir la nota de prensa episcopal, el bombardeo proseguía así como el bloqueo de noticias por lo que se ignoraba el estado de los rehenes. Los militares habían admitido que cuatro civiles habían muerto en la operación.

Ante estos hechos, el presidente de la Conferencia Episcopal afirma que «incluso contando con una amplia popularidad esta operación militar, tengo que hacer algunas serias preguntas con implicaciones morales: ¿Por qué no se dio más tiempo a las negociaciones, especialmente a la luz de las informaciones que ofreció nuestro negociador quien aseguró que estaba a punto de recibir a dos rehenes franceses? ¿Es la operación militar realmente un intento de rescatar a los rehenes? ¿Era el objetivo militar original realmente exterminar al grupo Abu Sayyaf y sólo secundariamente rescatar a los rehenes? ¿No estaría este objetivo militar de acuerdo con el bombardeo masivo de las guaridas de Abu Sayyaf? ¿El bloqueo de noticias fue impuesto para encubrir los posibles daños colaterales a la población civil causados por el asalto militar?».

Añade el comunicado que «noticias de Jolo de fuentes independientes incluyen los relatos de algunos civiles heridos y evacuados entre casas ardiendo, cientos de víctimas civiles de los bombardeos y miles de evacuados que huyeron con lo que podían transportar a lugares más seguros. ¿Son verdaderas estas noticias? Si es verdad, ¿no confirmarían las sospechas sobre el real objetivo los ataques militares masivos, que sin preocuparse por las vidas de civiles y de rehenes, buscan una solución militar para el problema de Abu Sayyaf? Si es así, habría muchos interrogantes éticos y morales respecto a las tácticas militares y las vidas de los rehenes y civiles».

Por último, el presidente de la Conferencia Episcopal filipina expresa su posición sobre los acontecimientos de Jolo. Pide en primer lugar «el levantamiento del bloqueo de noticias y que se puedan llevar medicinas, alimentos y otros artículos de primera necesidad a Jolo». Asimismo exige: «La inmediata organización de un sistema de ayuda y rehabilitación que permita a los trabajadores sociales acceder a las áreas afectadas; una continua protección de los civiles de Jolo y otros lugares donde se puedan producir ataques de represalia por parte de Abu Sayyaf; una revisión y cambio de las tácticas militares empleadas con el objeto de salvaguardar a los rehenes y evitar víctimas civiles; una restauración de las comunicaciones con el grupo de Abu Sayyaf para conocer la situación real de los rehenes y para reanudar las negociaciones para su liberación inmediata».

Monseñor Orlando Quevedo indica que se siente preocupado, en primer lugar, «por la seguridad de los rehenes y de la población civil» y se muestra de acuerdo con los llamamientos específicos de los cardenales filipinos Jaime Sin y Ricardo Vidal a favor de las negociaciones. Por último indica que ha pedido a los obispos de Filipinas que participen en una jornada de oración por la paz en todo el país que tendrá lugar el día 1 de octubre, patrocinada por el grupo «Rosario de los Niños».