Canonización de mártires: un hito para la historia del cristianismo en China

Habla el padre Giovanni Qiu, capellán de la comunidad china de Roma

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ROMA, 22 sep (ZENIT.orgFIDES) – La canonización de 120 mártires chinos, que tendrá lugar el próximo 1 de octubre, constituye uno de los momentos más importantes para la historia del cristianismo en ese país. En estos momentos en que los católicos son perseguidos brutalmente por su fidelidad a Roma, Juan Pablo II les ofrece el ejemplo de otros hombres y mujeres, en su mayoría laicos (83) que fueron capaces de dar la vida por amor a Cristo.

Incluso obispos clandestinos de China continental desean recibir biografías de los futuros santos, el programa de las iniciativas previstas para la canonización de los mártires chinos, el texto de la misa que celebrará el Santo Padre en San Pedro del Vaticano, para celebrar una eucaristía contemporáneamente.

Estas son las revelaciones que hace a la agencia «Fides» el padre Giovanni Qiu, capellán taiwanés de la comunidad china en Roma: 60.000 personas, de las que tan sólo 250 son católicas.

El padre Qiu es el responsable del Centro «Agustín Chao», que ofrece asistencia lingüística y administrativa a los chinos de Roma. El padre Qiu ha sido rector del Seminario Menor de Kaoshiung (Taiwan) y párroco de Taipei.

–¿Cómo se prepara la comunidad china para la canonización del 1º de octubre?

–Desde el anuncio de la canonización hemos tratado de comprender más en profundidad el significado del evento y su significado para la Iglesia en China. En la lista de los mártires hay tres siglos de martirio, algo que da mucha valentía a la Iglesia en China, todavía perseguida.

En la eucaristía que celebramos cada domingo en la iglesia de San Lorenzo in Panisperna, en Roma, recordamos a los mártires chinos durante la oración de los fieles. Después de la misa tenemos un encuentro de catequesis, en el que hablamos de los mártires chinos y europeos (33 de 120). Estos mártires son los únicos conocidos, pero hay otros muchos nunca registrados.

Transmitir este clima a la comunidad china no católica es más difícil, pero también han recibido el eco de este evento. Algunos me han pedido participar en la celebración de San Pedro a pesar de que no creen. La canonización es una ocasión para testimoniarles nuestra fe. Cada domingo veo dos o tres rostros nuevos en la Misa.

–¿Llegarán fieles chinos del extranjero?

–Tengo ya 2.000 pedidos de reserva de un puesto. Según previsiones, globalmente deberían llegar a Roma al menos 3.500 católicos de China continental, Hong Kong, Taiwan, y también de Europa y Estados Unidos. He recibido una carta de algunos obispos de China continental, de la Iglesia no oficial.

«No podemos participar en esta canonización –dicen– , pero tenemos la mirada puesta en la ciudad santa: en este momento nuestros sentimientos están unidos a los vuestros, sentimos una gran alegría en nuestros corazones. Podemos confirmar que la sangre de los mártires es semilla de la fe. La Iglesia católica en China ha pasado tres siglos de persecuciones, que continúan aún. Les rogamos que nos envíen materiales sobre la canonización: biografías de los santos, el programa, el texto de la Santa Misa que celebrará el Papa». Los obispos se proponen celebrar una misa, contemporáneamente con la liturgia que se vivirá en San Pedro, para estar unidos al Santo Padre y a la Iglesia universal.

–¿Qué iniciativas habéis programado?

–El 30 de septiembre comenzaremos con una vigilia de oración en la Basílica de los Santos Apóstoles, en Roma, con todos los grupos que lleguen. El 1 de octubre participaremos en la celebración de San Pedro y el 2 de octubre, a las 9 de la mañana, en la Basílica de San Pedro, habrá una misa de acción de gracias presidida por el cardenal Paul Shan, presidente de la Conferencia Episcopal de Taiwán. Seguirá la audiencia con el Santo Padre en la plaza de San Pedro del Vaticano. De Taiwán llegará una decena de obispos y, de Hong Kong, monseñor Juan Tong.

–¿Piensa la canonización tendrá efectos positivos?

–El evento tendrá una importancia decisiva. Para los católicos es una especie de confirmación de la fe; para los no católicos es un gran signo, una ocasión para conocer algo más sobre la Iglesia.

Podrá servir para vencer el temor que todavía existe ante la Iglesia católica, especialmente para aquellas personas que viven en zonas donde no hay católicos o de donde la historia ha dejado huellas dolorosas. Esperamos que, con el Jubileo, reflorezca la evangelización y la difusión de la fe en la comunidad china.

Por nuestra parte, yo me propongo formar un equipo, una verdadera y propia comunidad, para el apostolado entre los 60 mil chinos de Roma. Muchas personas que trabajan en restaurantes y tiendas no tienen la posibilidad de asistir a la catequesis o de participar en actividades, por lo que me han pedido que instituya cursos nocturnos.

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ZENIT Staff

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