MINSK, 28 sep (ZENIT.org).- Inaugurado en 1996, el primer Sínodo de la Iglesia católica en Bielorrusia celebrado después de la caída del comunismo concluirá este domingo, 1 de octubre, con una solemne celebración en la catedral e Minsk.
Han sido cuatro años de trabajo para un acontecimiento histórico en un país en el que hoy viven más de dos millones de católicos (20 por ciento de la población). El Sínodo anterior, que se celebró en 1929, había sido convocado por el obispo de Pinsk, Zigmund Lozinski, cuyo proceso de beatificación tiene lugar en estos momentos.
Las sesiones del Sínodo se han celebrado en varias ciudades del país: en Baranovici, Moghilev, Bobruisk, Gomel y Vitebsk. Han participado el cardenal Kazimierz Swiatek, arzobispo de Minsk-Moghilev y administrador apostólico de Pinsk –sobreviviente a los trabajos forzados en Siberia–, y los obispos de Grodno y de Vitebsk, así como los tres obispos auxiliares.
En estos cuatro años, las sesiones del Sínodo han afrontado los temas de la misión de la Iglesia en Bielorrusia; la pastoral de las personas ancianas y de los huérfanos; la cuestión del idioma utilizado en la liturgia y en la predicación; la pastoral de la Universidad y del Ejército; la cuestión de las relaciones ecuménicas; el problemas de las sectas y la relación de la Iglesia con los medios de comunicación social.
Estos años de sesiones han servido para que la Iglesia en este país, que gravita muy de cerca de la Federación Rusa, afronte con nuevo aliento la situación que atraviesa el país tras la caída del imperio comunista soviético, caracterizada por la crisis económica que arrastra graves lacras sociales.
El Sínodo será clausurado este domingo, en la catedral de la Santísima Virgen María de Minsk, con la presencia del cardenal vicario de Roma, Camillo Ruini, quien viene como legado pontificio. Participarán, además, representantes de la Iglesia católica en Polonia, Ucrania, Lituania, Letonia, Rusia y Kazajistán.
Las actas del Sínodo se recogerán en un libro que pronto será publicado.