ROMA, 2 dic 2000(ZENIT.org).- El pasado lunes, el Partido
Liberal de Canadá, liderado por el primer ministro Jean Chretien, obtuvo su
tercera victoria electoral consecutiva en las elecciones nacionales. Junto a
los típiccos debates económicos, acusaciones de corrupción y divisiones
regionales; tanto la religión como el aborto se convirtieron en protagonistas
de las discusiones en la campaña electoral.
La victoria de Chretien justifica su decisión de convocar comicios un año y
medio antes de que expirara el mandato. Como informaba Associated Press (28
noviembre), los líderes de los cuatro partidos de oposición que esperaban
arrebatar al primer ministro la mayoría en la Cámara de los Comunes sufrieron
una clara derrota.
Los liberales han aumentado el número de sus escaños, pasando de 161 a 173. La
Alianza
Canadiense mejoró su situación, pasando de los anteriores 58 escaños a los
66actuales, pero sus sueños de abrirse paso en Ontario se esfumaron ya que
obtuvieron sólo dos de los 103 escaños en la
provincia más poblada, comparados con los 100 de los liberales. El Partido
Liberal también incrementó en ocho sus escaños en Quebec hasta alcanzar un
total de 37, el mismo resultado alcanzado por el separatista Bloque del Quebec
(Bloc Quebecois).
La asistencia a las urnas no superó el 63%, la más baja de todas las
elecciones canadienses desde al menos 75 años. De los casi 13 millones de
votos emitidos, los liberales recibieron el 41%, la Alianza Canadiense el 25%,
el Bloque del Quebec el 11%, los Conservadores Progresistas el 12% y los
Nuevos Demócratas el 8,5%.
Alianza Canadiense en la polémica
Durante la campaña electoral se produjeron repetidos altercados sobre el
liderazgo de la Alianza Canadiense, encabezada por Stockwell Day, un ex
predicador. La Alianza se formó en marzo, cuando el viejo Partido Reformista
cambió su nombre. Tiene casi todo su apoyo en las provincias occidentales de
Alberta, Columbia Británica, Saskatchewan y Manitoba. Promueve políticas
tradicionalmente conservadoras, tales como el recorte de los impuestos, la
reducción de la deuda pública, el incremento del gasto militar y medidas de
orden más rígidas.
Durante las últimas semanas, Day se convirtió en el objetivo de ataques sobre
sus creencias religiosas. El servicio de noticias «LifeSite Daily News» lo
puso de manifiesto en varios reportajes. Por ejemplo, la secretaria de Estado
para cuestiones de Multiculturalismo y Situación de la Mujer, Hedy Fry,
criticó una afirmación de Day, según la cual, «Jesucristo es el Dios de todo
el universo». Fry afirmó: «tenemos un país en el que un hombre [Stockwell
Day] decide puede utilizar la religión y usarla para su intereses, abusando de
su poder político para hacer creer a todos los canadienses que Jesucristo es
el Dios de todo el universo. Esto es un insulto para todos los musulmanes,
budistas, sijs y cualquier otro que cree en otra religión».
Mientras tanto el primer ministro Chretien atacó a Day por su decisión de
pasar el domingo con su familia en lugar de participar en la campaña
electoral. Chretien dijo que ser primer ministro es un trabajo que lleva siete
días a la semana, «incluyendo el domingo».
Otra ministra del gabinete liberal, Elinor Caplan, criticó también a Day y a
la Alianza Canadiense, pues, según ella, «niegan el Holocausto y son
prominentes fanáticos y racistas». Otro grupo político, Conservadores
Progresistas, también censuró la concepción de la religión profesada por Day.
Un candidato de este partido, Randall Pierce, afirmó: «Stockwell Day es
incapaz de gobernar porque no puede separar la religión de la política».
Según un reportaje de «LifeSite», el «Evangelical Fellowship» de Canada
(EFC), una asociación nacional de 32 denominaciones protestantes, que
representan a tres millones de canadienses, condenó los ataques anticristianos
dirigidos contra Day. Así mismo, líderes de otras religiones han salido
también en defensa de Day.
Aziz Khaki, vicepresidente de la Federación de Musulmanes Canadienses, en
declaraciones publicadas por el «Vancouver Sun» diciendo que los comentarios
sobre Fry eran «ridículos». Khaki considera que no hay nada malo en el hecho
de que Day proclame que «siente una gran alegría espiritual por creer que
Jesucristo es el centro del universo. El señor Day está orgulloso de su fe lo
mismo que yo estoy orgulloso de mi fe musulmana».
Hacia el final de la campaña, miembros de grupos religiosos firmaron una
declaración haciendo un llamamiento a la tolerancia religiosa y al respeto. La
declaración fue firmada por el director nacional del Congreso Judío
Canadiense, el director general de la Sociedad Islámica Norteamérica-Canadá,
Muhammad Ashraf y Gary Walsh, presidente del «Evangelical Fellowship» de
Canadá.
Constataban, en el documento, que «hay personas de fe profunda en todos los
partidos políticos y en todos los niveles del Gobierno. Los individuos deben
ser capaces de llegar a la vida pública con su fe y sus creencias intactas».
En referencia a la cuestión de las declaraciones públicas acerca de las
creencias religiosas, la declaración indicaba que cada tradición de fe
contiene proposiciones fundamentales del credo que abraza la verdad de su fe.
«Si los políticos o los medios de comunicación juzgan tales declaraciones
sobre la divinidad y el mundo inapropiadas, acabarán excluyendo a todo
creyente de la vida pública».
Al día siguiente de la elección el diario canadiense «Glove and Mail»
publicaba un artículo de Lorna Dueck en el que subrayaba que el ataque contra
Day por sus creencias cristianas evangélicas era injustificado. De hecho,
indicaba el artículo, un informe sobre las decisiones políticas de los
evangélicos, de 1996, indicaba que al menos el 37% apoyaba al Partido Liberal,
mientras que el
32% sostenía al Reformista (partido precursor de Alianza Canadiense). El
artículo defendía también la acción de los evangélicos, muchos de los cuales
trabajan de manera activa en servicios de caridad a favor de sus conciudadanos
canadienses.
La discusión en torno al aborto
El tema del aborto también se convirtió en motivo de polémica durante la
campaña. El mes anterior (20 octubre), la oficina estatal de estadística
(«Statistics Canada»), publicó un informe en el que revelaba que, por primera
vez en absoluto, en 1997, el número de abortos (provocados y naturales) era
superior al de los niños nacidos.
El tema del aborto se encendió cuando Chretien comentó el tema durante una
visita a un instituto de enseñanza católico. Según el «Globe and Mail» (7
noviembre), el primer ministro, que se considera católico, promovió el derecho
de la mujer a elegir el aborto. La reacción del arzobispo de Otawa, Marcel
Gervais, fue inmediata: «La afirmación del primer ministro me desilusionó
mucho. Estaba en una escuela católica».
El periódico añadía que Chretie animó a los católicos a emitir su voto
teniendo en cuenta sus reivindicaciones. «Es un escándalo cuando tenemos
todavía 100.000 abortos al año y cuando no hay una ley que proteja al no
nacido», dijo el arzobispo.
Otro líder político, que también se considera católico, Joe Clark, del partido
Conservador Progresista, apoyó igualmente el aborto durante la campaña. Ante
la contradicción entre sus convicciones favorables al aborto y su fe católica,
Clark, según informó «Life Site» (20 noviembre), respondió: «Soy católico
romano y estoy a favor de la libre elección por el aborto… Cualquiera que
sepa algo sobre la Iglesia romana ca
tólica sabe que [el aborto] ha sido un
tema de división durante mucho tiempo».
En medio de la campaña, la Oficina de Vida y Familia de la Arquidiócesis de
Vancouver publicó un «Catecismo para los Votantes Católicos Canadienses» con
notas como «el derecho a la vida es el tema más importante a decidir» en el
propio voto. El documento fue realizado bajo la autoridad del arzobispo Adam
Exner y explica que «el derecho más básico de todos nuestros derechos es el
derecho a la vida, el derecho del que derivan todos los demás derechos».
Aunque los canadienses hayan reelegido a los católicos del Partido Liberal, el
conflicto sobre el aborto y el lugar de las creencias religiosas en la vida
pública parece estar llamado a durar. Queda por ver cómo los grupos de
evangélicos y católicos comprometidos dan a entender sus puntos de vista.
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