Cacciari: El Papa tiene razón: la identidad europea es cultural y religiosa

El filósofo de Venecia comenta la Carta Europea de Derechos Fundamentales

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VENECIA, 18 dic 2000 (ZENIT.orgAVVENIRE).- «Es inconcebible una Europa que no se plantee el problema de la propia identidad cristiana». Lo dice Massimo Cacciari, filósofo prestado a la política italiana y hasta hace poco alcalde de Venecia.

Este intelectual de izquierdas laico, lo decía ya antes de que se redactara la Carta Europea de Derechos Fundamentales y lo repite con fuerza aún mayor después de la cumbre de la Unión Europea en Niza. Sobre todo después de haber leído el mensaje del Papa (ver Zenit 17-12-2000).

«El Papa tiene toda la razón: la identidad europea no es una identidad geográfica. Es una identidad cultural y religiosa fundada sobre la cristiandad. Aunque no hay que olvidar que esta identidad cristiana es a veces dramática. La Europa cristiana ha sido en efecto atravesada en el pasado también por los enfrentamientos, laceraciones y contradicciones», añade Cacciari, en esta entrevista.

«A decir verdad, en la Carta proclamada en Niza –subraya Cacciari– no falta sólo todo tipo de reflexión metapolítica. Está ausente, de hecho, también toda dimensión política. Al denunciar el increíble retardo en afrontar el problema de la identidad cultural, política y, por tanto también religiosa de Europa, el Papa tiene toda la razón. Y, en mi opinión, no habría sido una cita genérica de Dios la que resolvería el problema porque esta invocación, quizá en la introducción de la Carta, no habría encontrado ningún fundamento en su interior».

–¿En qué modo se habría debido hacer explícita la identidad cristiana de Europa en la descripción de los derechos?

–Massimo Cacciari: Se habrían debido reforzar ciertos principios y ciertos valores que pertenecen a la tradición cristiana. Me refiero a la idea de persona, a la idea de subsidiariedad y de solidaridad. Principios que no son genéricos sino indispensables para fijar las políticas. Por ejemplo, fundamentan una política común en materia de acogida al extranjero, o sea una política en materia de inmigración. ¿Cómo se puede construir una Europa así? ¿Sobre qué presupuestos éticos, además de políticos y culturales? La Carta, en resumen, habría podido o debido hacer cien mil cosas más, reasumiendo en sí los valores y principios propios de la cristiandad.

–La ausencia más grave es sobre temas de la vida y de la familia.

–Massimo Cacciari: Comprendo la desilusión de la Iglesia pero hay que estar atentos, en términos normativos, a leyes y procedimientos del Estado y de los estados. El hecho de colocarse a este nivel puede comportar riesgos.

–Europa no puede prescindir –escribe el Papa– de un enérgico esfuerzo de recuperación del patrimonio cultural dejado por Carlomagno. ¿Usted está de acuerdo?

–Massimo Cacciari: No hay duda. Lo han explicado los grandes historiadores no creyentes. Estas son verdades históricas ya pasadas a juicio. Como también están de acuerdo sobre la afirmación de que la educación en el espíritu del humanismo cristiano garantiza la formación intelectual y moral necesaria a los jóvenes para afrontar los problemas del desarrollo científico y técnico. Dicho esto, sin embargo, hay que profundizar en lo que es el humanismo cristiano porque ha habido, en su interior, diferencias y disonancias. Si no las damos también a conocer a los jóvenes no lograremos educarles efectivamente en una identidad europea. Es absurdo, en todo caso, pensar en cualquier nueva identidad europea sin recordar (con todo lo que puede significar) este pasado.

–Quizá volviendo a estudiar lenguas clásicas, como sugiere el Papa.

–Massimo Cacciari: Amén.

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ZENIT Staff

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