ROMA, 19 dic (ZENIT.org–AVVENIRE).- «Conocí a Jesús cuando era niño. Luego lo perdí por el camino pero al final lo he reencontrado», explica Alessandro D´Alatri, nacido en Roma en 1955, director del filme «Los jardines del Edén» («I Giardini dell´Eden»), centrado sobre la vida de Jesús antes de cumplir los treinta años, presentado con éxito en la anterior edición del Festival de Cine de Venecia.
«Estaba en Jerusalén –dice– para presentar mi película «Senza pelle» («Sin piel»). Cuando entré en la basílica del Santo Sepulcro no pude evitar hacerme preguntas que, antes o después, todo católico se hace: ¿Pero quién es Jesús? ¿Qué puedo transmitir de Él a mis dos niñas pequeñas? Me di cuenta de que no sabía mucho, que mi conocimiento se reducía a pocas nociones elementales, el bautismo, la comunión, la Navidad… Experimenté rabia al darme cuenta de que nadie me había enseñado nada de Jesús. Cuando volví a Roma cogí la Biblia y empecé a leerla de corrido, desde el Antiguo Testamento a los Evangelios, a los Hechos de los Apóstoles: leía, subrayaba, escribía, decenas y decenas de apuntes».
–¿Y al fin qué es lo que encontró en esta azarosa búsqueda?
–Alessandro D´Alatri: Envidio mucho a quien dice tener una fe inquebrantable porque para mí, incluso encontrar a Jesús ha resultado un recorrido complejo. Pero digamos que de católico distraído he llegado a ser menos distraído. Desde entonces no he dejado de leer, aunque repito que no soy un teólogo, soy un director de cine.
–¿Y qué quiere decir para un director de cine creer en Jesús?
–Alessandro D´Alatri: Hacer que la espiritualidad entre en las obras que realiza.
–¿En la práctica?
–Alessandro D´Alatri: Introducir en mis filmes aquellos valores que tienen las propias raíces directamente en Dios mismo.
–¿Es posible hacer algo así?
–Alessandro D´Alatri: No es imposible, pues en el fondo es lo que la gente busca y quiere. Al participar durante meses en la proyección de mi película sobre Jesús en diferentes ciudades, he tenido la posibilidad de conocer una realidad que se me había escapado completamente, la de las parroquias, que son realidades fundamentales dentro de sus barrios. Allí, en las parroquias, en las salas diocesanas, he encontrado a personas fantásticas que todavía hoy me escriben: «Ver su película me ha hecho venir el deseo de releer el Evangelio, de saber más de Jesús». ¿Qué me importa si el filme no ha sido campeón de taquilla? ¿Puede una sociedad basarse sólo en la lógica del beneficio de los números?
–Y sin embargo, usted ha dicho que hoy a nadie le importa ya Jesús.
–Alessandro D´Alatri: Es verdad, lo he dicho. Aunque luego, cuando he empezado a leer la Biblia y los Evangelios, he tenido también la prueba de lo contrario. Mucho amigos, sabiendo lo que estaba estudiando, me invitaban a cenar a cambio de que yo les contase de mí, querían saber qué me había sucedido. Eran personas más distraídas que yo, y sin embargo Jesús les interesaba, estaban fascinadas. Pero entonces, me dije, si hay todo este interés tratemos de contarlo. El simple ejercicio de «entrar» en el Evangelio me da una fuerza enorme: no leerlo y ponerlo en la librería, sino leerlo y cerrar los ojos, reflexionar sobre lo que me está diciendo en ese momento. Para estudiar a Jesús he pasado a través de San Pablo, que no conocía para nada, más bien me era un poco antipático. Y en cambio…
–¿Tiene una parábola evangélica preferida?
–Alessandro D´Alatri: Me gustan todas. Me parece que después de dos mil años son todavía actualísimas. Y sin embargo ¿cuántos las leen diariamente? Mi mujer es alemana, de origen protestante. Cada año por Navidad vamos a casa de sus padres en Alemania: mi suegro, la Nochebuena, como en todas las familias alemanas, escoge una pasaje del Evangelio y lo lee ante los familiares reunidos. Entre nosotros, no sucede esto, la Navidad es sobre todo un hecho consumista.
–No se puede generalizar. También en muchas familias católicas se lee el Evangelio y se dan gracias al Padre Eterno antes de empezar a cenar. ¿Usted reza?
–Alessandro D´Alatri: Si pienso en la oración en sentido «clásico», nunca; si pienso en la oración de gran fantasía, a menudo. Mientras rodaba «Los jardines del Edén», he sentido a Jesús muy cerca de mí, he sentido su persona. Y cuando lo comprendí, sentí la necesidad de descubrir el «antes» de El.
–¿Qué quiere decir?
–Alessandro D´Alatri: Me refiero a Moisés, por ejemplo. Es el personaje de la Biblia que más amo, por su coraje. Era un imperfecto, un pobre analfabeto que –¿cuántos los saben?– tartamudeaba. Y sin embargo ha logrado salvar a un pueblo. Nosotros hoy casi tenemos miedo de rezar. ¿Ha visto alguna vez a los musulmanes? Muchos comparsas y técnicos de la película eran musulmanes: de vez en cuando cogían su alfombrilla y se iban aparte a dialogar con su Dios, sin aquella vergüenza o aquél pudor que tenemos nosotros.
–Tampoco en esto se puede generalizar. Hay personas que pasan la vida rezando, sin vergüenza, más bien con mucha alegría. Pero vayamos a la verdadera pregunta: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?».
–Alessandro D´Alatri: Jesús, en su grandeza, respondió a la pregunta con otra pregunta: probad a decirlo vosotros quién soy yo, pero decidlo a vosotros mismos, no a mí. Nosotros tenemos un gran regalo, que las otras religiones no tienen, y es la posibilidad de hablar de tú a tú con Dios. Me refiero, por ejemplo, a la confesión. Estoy trabajando en un filme con el título «La absolución». Pero prefiero no hablar ahora, es todavía pronto.