Cardenal Simonis: Uniones homosexuales, «la nueva ley degrada el matrimonio»

«La sociedad holandesa, simplemente no nos escucha»

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UTRECH, 20 dic 2000 (ZENIT.orgAVVENIRE).- «El «matrimonio» entre personas del mismo sexo es una contradicción en términos», afirma el cardenal Adrian Simonis, obispo de Utrech, horas después de que el Senado holandés aprobara por amplia mayoría la ley que reconoce las uniones entre personas del mismo sexo.

El texto, además, atribuye a estas parejas la posibilidad de adoptar niños. La propuesta pasó por 49 votos a favor y 26 en contra. De este modo, Holanda adopta la ley más liberal del mundo en esta materia.

El purpurado holandés expresa con claridad su punto de vista: «Ya he hecho pública una declaración en la que digo que esta ley degrada el matrimonio, como institución conocida desde siempre por todas las culturas humanas. De este modo, además se ofende a los casados y la medida tendrá graves consecuencias sobre la educación de los jóvenes».

–¿Esta es una declaración suya?

–Cardenal Adrian Simonis: A la que se añade la declaración de la Conferencia Episcopal Holandesa en la que advierte a los fieles que esta «nueva institución» –no se sabe ni siquiera como llamarla– no puede tener la bendición de la religión y está vetada a quien se dice creyente.

–Legalización de la droga, la eutanasia, ahora los matrimonios homosexuales: en Holanda ¿no hay al menos una parte de la opinión pública consciente de avanzar por un terreno aberrante?

–Cardenal Adrian Simonis: Es la desgraciada mezcla de individualismo, superficial tolerancia y subjetivismo que constituye el sentir común de la secularización absoluta. La gente dice: «Yo no me casaré con un gay pero no tengo el derecho de prohibirlo a quien quiera hacerlo».

–Un argumento que se ha extendido en otros países.

–Cardenal Adrian Simonis: Pero aquí hay que tener en cuenta también la postura particular de los pueblos nórdicos ante el derecho: fieles a la ley, nosotros los nórdicos pensamos que un comportamiento es «irregular» sólo hasta que no hay una ley que lo prevea y lo regule. Es una mentalidad completamente equivocada, de la que los meridionales están libres.

–No crea que tanto.

–Cardenal Adrian Simonis: En fin, está el subjetivismo. La subjetivización de la verdad. Pongo un ejemplo extremo: el incesto ha sido considerado como un mal objetivo, un mal en sí, en toda la historia humana. pero, ahora, ya hay quien comienza a decir…

–Espere, déjeme adivinar: ¿«Qué mal hay en el incesto si los dos consienten?»

–Cardenal Adrian Simonis: Es el subjetivismo: es verdad lo que «siento» verdadero. La «Veritatis Splendor», que afronta justamente esta mentalidad, es lamentablemente muy actual.

–Ahora en Holanda los homosexuales podrán adoptar niños. ¿Pero la gente no se da cuenta de lo que significa confiar un niño a dos hombres homosexuales?

–Cardenal Adrian Simonis: Mire, cuando yo o los obispos decimos que un niño tiene necesidad de crecer con una relación en la que se tienen en cuenta dos modelos de identificación y que éstos deben ser un hombre y una mujer, ¿sabe lo que se nos dicen? «Esta es una discriminación, hacéis discriminación entre los sexos».

–¿Pero no se temen en Holanda las consecuencias a largo plazo que tendrán sobre toda la sociedad estas nuevas costumbres que la ley consagra?

–Cardenal Adrian Simonis: Ciertamente habrá consecuencias. Nosotros ya hemos dado la señal de alarma muchas veces justamente sobre esto. Hemos advertido sobre el futuro que estamos forjando, sobre los hijos que educamos olvidando sus verdaderas necesidades y su verdadera felicidad. Simplemente no nos escuchan.

–Y los diputados y senadores católicos, ¿qué hacen?

–Cardenal Adrian Simonis: Han votado en contra. No sólo los católicos sino todos los parlamentarios cristianos, incluso los del pequeño partido protestante. Son los que integran actualmente la oposición, pero son minoría.

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ZENIT Staff

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