Clonación en Gran Bretaña: Catástrofe de final de milenio

El vicepresidente de la Academia para la Vida comenta el voto los Comunes

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CIUDAD DEL VATICANO, 21 dic 2000 (ZENIT.org).- El vicepresidente la Academia Pontificia para la Vida ha querido elevar su voz para comentar la decisión de la Cámara de los Comunes de Gran Bretaña de autorizar la experimentación con embriones humanos y utilizarlos como materia prima en tratamientos médicos.

La ley, aprobada el 19 de diciembre por 366 votos a favor y 174 en contra, establece como condición para traficar con fetos el que tengan menos de catorce días.

El obispo Elio Sgreccia, quien es además director del Instituto de Bioética de la Universidad Católica de Roma, ha explicado a los micrófonos de Radio Vaticano que la decisión de los Comunes constituye «uno de los hechos más catastróficos de este final de milenio, pues legitimar con objetivos experimentales la supresión de criaturas humanas, de nuestros hijos, representa un trauma para la humanidad que se presenta por primera vez».

«Para producir las así llamadas células madre (o estaminales) que deberían servir para curar a otras personas –algo que todavía esta por de mostrarse– se suprimen seres humanos –explica monseñor Sgreccia, considerado como uno de los pioneros expertos en bioética con un pensamiento articulado–. No se trata simplemente de un órgano que es extraído de un ser humano para ser transplantado a otro. Nos encontramos aquí ante la supresión de seres humanos para sacar células que serán injertadas en organismos adultos».

La iniciativa británica, añade, viola las convenciones europeas en materia de bioética: «Ante este tipo de perspectiva, parece que los Estados europeos han redactado inútilmente Convenciones para prohibir la experimentación del hombre sin su consentimiento».

El vicepresidente de la Academia Pontificia para la Vida, institución creada por el mismo Juan Pablo II, considera que lo más grave es que «este hecho delictivo y catastrófico para el futuro de la humanidad» «no es percibido suficientemente como tal» por la opinión pública.

«Se ha querido justificar la propuesta afirmando que los embriones antes de los 14 días no serían seres humanos –aclara el obispo–, pero aquí, desde mi punto de vista, se da, además de un delito contra la vida, un delito contra la verdad. Se ha hecho a propósito una suposición pseudocientífica afirmando que no son seres humanos». Pero, ¿por qué serían hombres después del decimotercer día y no antes?

«En estos días en los que celebramos el valor de la vida humana al pensar en el Hijo de Dios que se hizo hombre, la conciencia cristiana tiene que se consciente de que no puede callar ni permanecer indiferente, pues es necesario cancelar esta decisión de la historia europea. Si no se da marcha atrás, supone un torbellino que engullirá a seres humanos», concluye monseñor Elio Sgreccia.

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ZENIT Staff

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