YAKARTA, 25 dic 2000 (ZENIT.org).- Al menos 14 personas perdieron la vida y otras 47 resultaron heridas en una serie de atentados sin precedentes contra iglesias de Indonesia, durante las celebraciones de Nochebuena, según han revelado fuentes policiales.
Las fuerzas de seguridad desactivaron, además, otros 15 artefactos que contenían entre tres y medio y cuatro kilos de explosivo y estaban programados para estallar a las 23:30 de la noche, hora local. Hubieran hecho que la masacre con motivo de la celebración de la tradicional misa del gallo hubiera sido mucho más grave.
Pero el mayor nivel de violencia se experimentó en las islas Molucas, al este de Indonesia, donde en dos años han muerto unas 5.000 musulmanes y cristianos en enfrentamientos que han tenido lugar entre las dos comunidades por motivos étnicos, sociales y religiosos.
Cinco de los atentados tuvieron lugar en iglesias católicas y templos protestantes en la capital, Yakarta, confirmó la policía.
El jefe de la Policía, el general Suroyo Bimantoro, explicó que en total estallaron 18 bombas en ocho ciudades del país. Los atentados tuvieron lugar a pocos minutos de distancia unos de otros, por lo que las fuerzas de seguridad consideran que se trata de una campaña de terror bien orquestada.
Con 212.941.810 habitantes, de los cuales el 44% musulmanes, Indonesia es el país con el mayor número de fieles obedientes al Islam en el mundo. Los cristianos son en torno al 9% de la población (protestantes el 6% y católicos el 3%).
El cardenal Julius Darmoatmodjo, arzobispo de Yakarta, hizo un llamamiento a la comunidad católica a no lanzar acusaciones infundadas y al perdón. «Aunque sepamos quien está detrás de las bombas, invito a todos los cristianos a perdonar», afirmó.
El purpurado recordó que entre las víctimas se encuentran también musulmanes que pasaban cerca de los lugares en que tuvieron lugar los atentados.
La Navidad coincide este año con los últimos días del mes musulmán sagrado de ayuno del Ramadán, que concluye el martes a la noche.
El presidente indonesio, Abdurraman Wahid, consideró que los atentados tienen como objetivo debilitar al Gobierno de Indonesia y sembrar el clima de terror. Wahid se encuentra bajo fuertes presiones para que dimita a causa del empeoramiento de la situación política y económica del país.
Por su parte, Juan Pablo II, en su mensaje con motivo de la Navidad recordó particularmente el sufrimiento que experimentan en estos momentos «nuestros hermanos en la fe» en Indonesia.
Se trata de la crónica de una masacre anunciada. La agencia misionera de la Santa Sede, Fides, había documentado la oleada de ataques de musulmanes en las Molucas contra comunidades cristianas con el objetivo de forzarles a convertirse al Islam.
«Los hombres son circuncisos, las mujeres son sometidas a la ablación. Los cristianos de las Molucas sufren mutilaciones de los órganos genitales como signo de pertenencia al Islam. Los verdugos usan cuchillas rudimentarias y las víctimas de la violencia tienen heridas infectadas y purulentas», revelaban las fuentes de Fides en Ambon y Jakarta.
El principal objetivo de la ola de conversión forzada son los cristianos, protestantes y católicos en las islas Keswui y Teor, en la Molucas centrales, al sudeste de la isla de Ceram.
El fenómeno, afirman fuentes cercanas a la Conferencia Episcopal católica de Indonesia, no es fácilmente cuantificable: las noticias que llegan de testigos oculares huidos de las islas son fragmentarias. Se trata de reconstruir un mosaico de informaciones. Cifras publicadas últimamente (6.000 cristianos amenazados) parecen ser exageradas.
El fenómeno de las conversiones forzadas, sin embargo, dispone ya de confirmaciones oficiales por varias fuentes. El Centro de Crisis de la diócesis de Amboina refiere cada día casos probados.
También el Gobernador de Ambon, Saleh Latuconsina, responsable del Estado de Emergencia Civil de las Molucas, ha reconocido que «es innegable que en Keswui y Teor está sucediendo una islamización forzada».
El gobernador declaró que había recibido noticias de los refugiados que habían abandonado las islas, prometió evacuar a todos los cristianos y adoptar medidas legales contra los fundamentalistas islámicos que recurren a la violencia.