El artículo describe cómo la familia Bourke, con dos hijos de cuatro y diez
años, afronta este problema. El señor Bourke explicaba que «con cuatro
años, Jared quiere todo lo que ve». Y Jared no está solo. Considerando que
en 1999 las ventas de juguetes en Estados Unidos alcanzaron un total de
23.000 millones de dólares, y que las familias gastan al año en juguetes
una media de 350 dólares por niño. Según el «Washington Times», los adultos
estadounidenses en este tiempo de fiestas gastarán una media de 1.161
dólares en regalos, un aumento del 8% respecto a los datos del año pasado.
El aspecto espiritual de la Navidad, marginado
No sólo los adultos tienen dificultades en equilibrar sus prioridades en
las Navidades. Según «The Guardian» (12 diciembre), la historia de Jesús
parece haber sido rechazada por los chicos en favor de Santa Claus, con
solamente un 8% de los niños que actualmente asocian las Navidades con la
religión. En contraste, el 67% de los niños relacionan el periodo de
vacaciones con los regalos.
Un estudio de la agencia Media Com TMB pidió a 1.200 chicos de ocho a
dieciséis años que nombraran una o más de entre cinco opciones como la cosa
clave más relacionada con la Navidad. Los regalos se llevaron la palma,
seguidos de la familia y las vacaciones escolares. La religión solamente
batió a la TV, con el 7% de los votos.
Quizá una excusa para los chicos puede ser que están siguiendo el ejemplo
de los mayores. El «Sunday Times» (17 diciembre) informaba que una de las
notas destacadas de las fiestas de oficina en Londres este año fue la
celebración organizada por la firma financiera Bloomberg. La compañía gastó
un millón de libras en una celebración temática basada en los siete pecados
capitales.
El evento tuvo lugar en un bloque de oficinas vacío que necesitó diez días
de restauración, renovación y preparación para la ocasión. Entre las
atracciones esparcidas por los cuatro pisos, había salas de masaje y
shiatsu, cabinas de manicura, bar de sushi, cabaret, casino, travestis y
música en vivo y en disco. Bloomberg invitó a casi 2.000 empleados de sus
oficinas europeas al acontecimiento de tiros largos, y cada uno podía
llevar a un invitado.
El sentido de la Navidad
El problema no es solamente que Cristo se ha quedado al margen de muchas
celebraciones, sino que incluso la idea de la Navidad misma se está
debilitando. Como indicaba Don Feder en un artículo de opinión publicado en
el «Washington Times» (16 diciembre), la Navidad se está desvaneciendo en
nuestra cultura y está siendo reemplazada rápidamente por una fiesta
genérica que, por casualidad, cae en torno al 25 de diciembre.
Feder, que se autoproclama judío con ninguna preferencia especial a favor
de la Navidad, indicaba que «Felices Navidades» ha sido en general
sustituido por «felices fiestas». Las tiendas tienen ventas festivas y las
escuelas, vacaciones de invierno. Estados Unidos, se teme Feder, está a
punto de ser la primera nación totalmente secular de la Tierra. «La guerra
de los secularistas contra la fe ha invadido la cultura», afirma el artículo.
¿Por qué ha sucedido esto? Una razón para excluir la oración y los símbolos
religiosos de las instituciones públicas, explica el articulo, es un horror
políticamente correcto a marginar a las minorías. Desear «felices
Navidades» a alguien que no celebra el día, se supone que suscitará
sentimientos de exclusión y alienación.
Feder mantiene que la alegría de esta época del año es una reflexión sobre
la Navidad y su dimensión espiritual. Por otra parte, incluso para aquellos
que no la celebran, la Navidad proporciona coordenadas culturales. Sin
embargo, hoy el desafío es conservar la Navidad dentro de la Navidad.
Con estos sentimientos en mente, en Inglaterra se ha establecido una
asociación para promover a San Nicolás, en lugar de Papá Noel, como figura
central. Según informaba el "Telegraph» (17 diciembre). La campaña ha sido
promovida por una creciente conciencia de que muchos niños ven ahora a Papá
Noel antes que a Jesús como figura central de la celebración.
Los promotores de la campaña creen que revitalizar a San Nicolás aumentará
la conciencia de las raíces cristianas de la festividad. A este fin, la
sociedad enviará materiales educativos a las escuelas de Gran Bretaña y
establecerá relaciones con 450 iglesias británicas que llevan el nombre del
santo. Ya ha establecido un sitio en Internet y ha contactado con grupos
que piensan como ellos fuera del país.
Jim Rosenthal, director de comunicación de la Comunión Anglicana Mundial y
fundador de la sociedad, dijo: «Queremos que San Nicolás reemplace a Papá
Noel como rostro de la Navidad… Él fue el motivo por el que la gente se
hacía regalos. Creemos que es el momento de que Papá Noel abandone sus
ropas de gnomo y regrese a sus vestiduras religiosas».
La sociedad quiere mostrar que la tradición de comprar regalos tiene sus
raíces profundas en la tradición cristiana. El señor Rosenthal,
estadounidense que ha vivido en Londres durante casi 11 años, cree que en
muchas partes de su tierra natal la Navidad es considerada ahora como un
evento secular. Teme que Gran Bretaña experimente una tendencia similar si
no se actúa rápidamente.
Declaró: «El culto a Papá Noel está ahora tan fuertemente establecido que
hay niños que hoy piensan que es la figura central de la historia de
Navidad. Este estado de cosas es verdaderamente triste. Poniendo de nuevo a
San Nicolás en el centro de la historia, estamos reafirmando la naturaleza
cristiana de la celebración. Hace falta que la gente se de cuenta de que el
Papá Noel que tenemos ahora es una enorme invención norteamericana de
carácter secular».
Los peligros del materialismo
Por supuesto durante muchos años Juan Pablo II ha advertido de los peligros
de un estilo de vida materialista. En su primera encíclica, «Redemptor
Hominis» (par. 16), publicada en 1979, el Papa se hacía eco de las palabras
del Vaticano II sobre la importancia del «ser» sobre el «tener». También
advertía que no deberíamos convertirnos en esclavos de meros productos.
Una civilización materialista, explicaba Juan Pablo II, condena al hombre a
la esclavitud. También afecta a la verdadera naturaleza de nuestra
civilización y a la visión de hacia dónde queremos conducir nuestra
sociedad. Lo que debemos hacer, explicaba el Papa en la «Centesimus Annus»
(par. 36), es conducir nuestra cultura, según una visión de la persona
humana que coloca las dimensiones interior y espiritual de su personalidad
en primer lugar.
Para que ésto suceda, necesitamos educar a la gente en su opciones de
manera que usen su libertad responsablemente. La encíclica también pide a
los productores económicos y los de los medios de comunicación que usen su
poder responsablemente. No es que el Papa o la Iglesia ignoren el lado
positivo de las posesiones materiales. En la «Centesimus Annus», Juan Pablo
II decía: «No es equivocado desear vivir mejor; lo que es equivocado es un
estilo de vida que presume ser mejor cuando se dirige al «tener» antes que
al «ser» y que desea tener más, no para ser más sino para gastar la vida en
gozarla como un fin en sí misma».
Si cada uno de nosotros se dedica a aplicar las palabras del Papa a
nuestras vidas, tendremos una buena oportunidad de vivir el auténtico
espíritu de la Navidad.
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