ATENAS, 26 mar 2001 (ZENIT.org).- Con el aproximarse de la visita del Papa a Grecia, se hacen evidentes las tomas de posición tanto en la
Iglesia local ortodoxa como entre la población.
En Atenas se observan sensibilidades muy diversas. El gobierno, la prensa progresista y buena parte de la opinión pública son favorables a la peregrinación. Los sectores más conservadores del clero griego y de sus fieles son en cambio fuertemente contrarios.
Diarios respetados como «To Vima» o «Kathimerini» albergan editoriales que analizan las oportunidades para la Iglesia ortodoxa de demostrar en esta ocasión su verdadera naturaleza, tolerante y acogedora, además de abierta al diálogo ecuménico, aunque sin renunciar a las razones de la propia «distancia» de Roma.
En estos mismos diarios, algunos comentaristas no se callan, y expresan el malestar de aquella parte del clero que considera el viaje de Juan Pablo II instrumental y le parece una «maniobra de acercamiento» a Rusia y a su Patriarca, Alejo II, por parte de la diplomacia vaticana.
Los diarios más populares alientan la polémica acentuando divisiones pasadas y presentes e informan sobre los presuntos, nefastos presagios, como un icono que presuntamente ha aparecido ensangrentado en una iglesia de las afueras de Atenas.
El clima se está rescaldando además por las diferencias, hasta ahora sin solución, entre el Estado y la Iglesia griega sobre la cuestión de la mención de la religión en los documentos de identidad.
El resultado es que, en esta atmósfera, el arzobispo de Atenas Christodoulos, conocido hasta ahora por ser más un «halcón» que una «paloma», ha tenido que aplacar los ánimos, invitando a la calma ante el cercano viaje del pontífice y afirmando que «el verdadero enemigo no es él sino la indiferencia cada vez más difusa ante la fe y la religión».
Una tarea, la de arrojar agua al fuego, que el arzobispo se ha visto obligado a realizar otras veces en estas últimas semanas, empezando por las audiencias a los monjes, sobre todo los del Monte Athos, que vienen a discutir las razones de su protesta, hasta los duros ataques que dirige al Pontífice el padre Eustaquio Kolas, presidente de la Unión de los sacerdotes griegos, y acabando por las críticas del padre Theodoros Zisis, conocido profesor di Teología en Salónica.
Por lo demás, Christodoulos sabe que, más allá del significado ecuménico del viaje, lo que está en juego es la imagen de la Iglesia ortodoxa griega y sus relaciones con el Estado, del que, como el mismo arzobispo ha recordado en muchas ocasiones, ha surgido la invitación al Pontífice.
Tanto el presidente de la República, Kostis Stephanopoulos, como el primer ministro Kostas Simitis, se han confesado siempre favorables a la peregrinación del Papa sobre las huellas de San Pablo.