MUNICH, 8 abril 2001 (ZENIT.org).- El rápido avance de las sectas en América Latina constituye «un verdadero problema» para la Iglesia católica según ha afirmado el presidente del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM) en una visita que ha realizado a Alemania.
Monseñor Jorge Jiménez Carvajal se encontraba en ese país para mantener encuentros con la organización «Adveniat» de la Conferencia Episcopal Alemana y con la obra pontificia «Ayuda a Iglesia Necesitada», particularmente comprometidas en la ayuda a la Iglesia en el «subcontinente de la esperanza», donde se encuentra más del 40% de los católicos del planeta.
El caso más preocupante es el de Brasil, explicó monseñor Jiménez Carvajal, el país con el mayor número de católicos del mundo (tres de cada cuatro habitantes profesan la fe de la Iglesia católica). La fuerza de crecimiento de estos grupos, añadió, se debe al considerable patrimonio económico.
Se trata de cantidades ingentes de dinero que tienen dos orígenes comprobados: por una parte los miembros de muchas de estas sectas tienen la obligación de entregar un 10% de sus ingresos; por otra parte, reciben importantes fondos de instituciones de Estados Unidos.
Lo más preocupante, afirmó el obispo, es que las sectas, con su poder financiero, intentan cada vez más influir en los parlamentos y gobiernos de los países latinoamericanos. El caso más evidente es el de la Iglesia Universal del Reino de Dios, liderada por el brasileño Edir Macedo, que ha creado una increíble red de recaudación de contribuciones obligatorias entre sus seguidores que ha creado un auténtico imperio de medios de comunicación y bancos en su país y que ahora se extiende por otras naciones de América y Europa.
En semanas pasadas, Juan Pablo II al encontrarse con los miembros de la Comisión Pontificia para América Latina definió el avance de las sectas como «un grave obstáculo para el esfuerzo evangelizador» (Cf. Zenit, 23 de marzo de 2001).
«Es necesaria una acción pastoral resolutiva para afrontar esta grave cuestión –concluyo el Papa–, revisando los métodos pastorales empleados, fortaleciendo las estructuras de comunión y misión y aprovechando las posibilidades evangelizadoras que ofrece una religiosidad popular purificada».