Charles de Foucauld hacia los altares

La Santa Sede reconoce oficialmente sus virtudes heroicas

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CIUDAD DEL VATICANO, 24 abril 2001 (ZENIT.org).- En presencia de Juan Pablo II se leyó hoy en el Vaticano el decreto que reconoce oficialmente las virtudes heroicas de Charles de Foucauld, uno de los personajes más carismáticos del cristianismo a caballo entre los siglos XIX y XX.

De este modo, se ha dado un paso decisivo hacia el reconocimiento de la santidad del «Pequeño Hermano de Jesús». Ahora se requerirá el reconocimiento de un milagro atribuido a su intercesión para que pueda ser incluido entre la lista de los beatos.

«Figura singular de contemplativo y misionero –dijo esta mañana el cardenal José Saraiva Martins, prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos al presentar a Juan Pablo II el final de la larga investigación canónica realizada por la Iglesia para constatar sus virtudes heroicas–, Charles de Foucauld, el «Pequeño Hermano de Jesús», llevó entre los tuaregs del Sahara la humildad, la pobreza y la caridad de Cristo, presentándose como hermano universal de cristianos, judíos y musulmanes».

Charles de Foucauld (1858 – 1916) nació en Francia. Perdió la fe muy joven. En 1876 entró en el ejército. Lo abandonó en 1882 para explorar Marruecos. Su expedición fue un acontecimiento científico, hasta el punto de que ganó la medalla de oro de la Sociedad Geográfica. Pero el éxito no tranquilizó su espíritu. A los 28 años, tuvo una experiencia de conversión muy fuerte.

Tras una peregrinación a Tierra Santa, pensó en entrar en la Trapa de Nuestra Señor de las Nieves, en Francia. Después se fue a Siria, en búsqueda de una vida más dura. Luego se trasladó a Nazaret, donde trabajo durante tres años como jardinero en el monasterio de las Clarisas. Allí aceptó hacerse sacerdote. Decidió entonces volver a comenzar en el Sahara una vida de ermitaño y misionero al mismo tiempo. Se estableció primero en Bèni-Abbès para después ir a vivir con los tuaregs, en Tamanrasset.

Compartiendo con ellos la vida, aprendió su idioma, tradujo sus poemas y publicó un imponente diccionario ilustrado. Poco después, sintió la necesidad de fundar una familia religiosa, centrada en el Evangelio, la Eucaristía y la vida apostólica. Murió el 1 de diciembre de 1916, víctima de una bala de fusil, en una escaramuza de los rebeldes del Hoggar.

Hombres y mujeres, a su muerte, decidieron cumplir con su sueño: hoy hay 10 congregaciones religiosas y 9 asociaciones de vida espiritual que se inspiran en su carisma.

Más información en http://www.charlesdefoucauld.com.

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ZENIT Staff

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